“Contamos con una constitución que ya no nos divide, es un día muy grande para Chile. Tenemos hoy por fin una constitución democrática. Hoy despunta la primavera”.
Ricardo Lagos, 17 de septiembre 2005
Estas fueron algunas de las palabras con las cuales Ricardo Lagos celebró la supuesta nueva constitución política de Chile el año 2005, una breve reforma a la ‘Constitución Tramposa’ de Pinochet que no modificó su centro y no contempló un replanteamiento del modo en que consagra los derechos sociales. La constitución vigente, heredada de la dictadura, ha sido capaz de conducir impecablemente la tarea de articular un sistema privado responsable de vender la satisfacción de parte importante de las necesidades básicas del pueblo chileno. Una constitución que ni siquiera determina con claridad la existencia de un Estado laico, en la que se niega la presencia de pueblos indígenas y se cancela toda la responsabilidad estatal ante los derechos sexuales y reproductivos. ¿Primavera para quién? habría que preguntarle once años después a Lagos...
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