Chad: potencia circunstancial

Intensamente apoyado por Francia y Estados Unidos, Chad es hoy una potencia militar en África Central, donde se ha erigido como una preciada barrera contra la expansión de la ofensiva yihadista. Gobernado por un régimen autoritario, el país no ha mejorado sus índices de pobreza ni avanzado en el respeto a los derechos humanos.

En algunos años, la imagen típica de un Chad pobre, aislado e inestable dio paso a la de una potencia regional ascendente, indispensable para la lucha contra el yihadismo en el Sahel y en África Central. Regularmente denunciado por sus violaciones de los derechos humanos por organizaciones no gubernamentales (ONG), el régimen autoritario del presidente Idriss Déby Itno, en el poder desde hace más de un cuarto de siglo, aprovecha el fuerte apoyo de Francia, ex potencia colonial, y de Estados Unidos. ¿Cómo explicar semejante metamorfosis?

País bisagra situado en la encrucijada de Sahel y Sudán, Chad “se muestra como uno de los Estados relativamente estables de esa ‘línea de frente’ que atraviesa África de Sudán a Casamance, oponiendo al norte espacios islamizados y al sur un África mayoritariamente animista y cristiana”, explica el geógrafo Géraud Magrin. También representa un “espacio transitorio” entre el África negra y el mundo árabe. Esta posición estratégica es reforzada por la ausencia de competidores regionales serios: en el centro del continente, la República Democrática del Congo (RDC), la República Centroafricana o Burundi, ciertamente ricas en recursos naturales, están atravesados por profundas tensiones políticas...