La realidad esencial de la matriz energética chilena es que es cara, sucia e insegura. Pese a múltiples declaraciones y planes para superar sus falencias ellas persisten. Algunos cambios producen progresos marginales. Pero solo una reforma profunda del paradigma energético logrará la meta de un país con energía sustentable e inclusiva.
En Chile se produce electricidad onerosa a la par con el resto de los combustibles. Los insumos utilizados para la generación, el transporte y otra maquinaria son sucios y contaminantes en cuencas con un alto grado de saturación de gases y partículas.
Dado que el grueso de los combustibles es importado el país vive en un permanente estado de dependencia y, por lo mismo, de inseguridad energética...
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