La llegada de Barak Obama al poder, en noviembre de 2008, pareció constituir el revés de la trama histórica. Para muchos, este hecho fue el triunfo de los débiles por sobre los poderosos, la imposición de la justicia por sobre la injusticia y, por fin, la presencia de un líder que cambiaría el rumbo del país y de la política mundial.
Después de ocho años en la Casa Blanca, muchos pensamos que ese optimismo inicial debe ser contrastado con los “porfiados hechos”. Una vez hecho este examen, el resultado es menos optimista.
Del balance de estos dos gobiernos se podría concluir que ha habido logros, pero también grandes cuestiones pendientes...