La imparable economía colaborativa está cambiando la manera en que los ciudadanos entienden las lógicas del intercambio y el concepto mismo de posesión de bienes y eficiencia. Los titulares de las agendas públicas y políticas de muchas grandes ciudades del mundo, incluido nuestra metrópolis capitalina, dan cuenta de la discusión sobre los nuevos servicios que han aparecido en la era digital, y que están afectando el modo tradicional del funcionamiento del mercado; entre otros, están disponibles a través de aplicaciones como Uber (taxis), AirBnb (casas y departamentos), Amovens y Blablacar (arrendar un automóvil o compartir viaje), Chefly (comida casera). Trip4 Real (rutas guiadas por gente local).
Podemos definir la economía colaborativa como aquella forma de intercambio comercial en donde el rol de usuario o cliente se funde e intercambia con el de prestador de servicio o vendedor, generando una red sin intermediarios que tiene como primera prioridad dar un uso eficiente a los bienes que se poseen. En este plano, la economía colaborativa pretende dar un mayor y mejor uso a los productos, bienes y servicios que en la forma tradicional de comercio se mantienen detenidos, sin uso y por ende, inútiles...
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