Cuando las grandes empresas que realizan encuestas de opinión inician su trabajo de campo para recoger datos, quienes son parte de las elites políticas parecen perder la compostura, más aun si son candidatos a lo que sea. Así ha sido desde que los “oráculos” han copado la agenda pública a través de los grandes medios. Y se produce el círculo virtuoso entre la encuesta-prensa-políticos, que antecede a la siguiente medición de “opinión pública”.
En los últimos meses los numerosos candidatos y precandidatos presidenciales han caído (o se han dejado atrapar) en ese círculo que tiene sus propias fuerzas centrífugas. Las ideas, las propuestas, las visiones de país quedan al margen porque la cuña o los discursos que generan polémica (noticia, dirán los medios) se toman los titulares...
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