El desafío de la movilización democrática

La reinscripción de los partidos tradicionales no resultó un simple trámite. Más bien fue un esfuerzo que agotó a sus fuerzas, sobre las cuales -por semanas y meses- pendió la amenaza de no alcanzar las metas. Finalmente las colectividades más grandes alcanzaron sus objetivos, algunas los sobrepasaron, otras, las más pequeñas quedaron en el camino. La lección de esos meses dice que la crisis de credibilidad que afecta al sistema político es profunda, que no resultó fácil convencer a las personas para que entregaran sus firmas. Muchos optaron por no reincidir en su compromiso de militancia. Fue una movilización que incluyó a todo el espectro de partidos que careció de entusiasmo, menos de mística. No hubo celebraciones. Las fuerzas llegaron exhaustas a la meta.

En el camino, la lucha política fue colocando nuevos desafíos. El Partido Socialista descartó a tres precandidatos presidenciales, lo que empujó a la Democracia Cristiana a levantar su opción propia. Ello, junto con generar una profunda grieta en el bloque gobernante, canceló la posibilidad de que la Nueva Mayoría escoja a su candidato a través del mecanismo de las primarias legales. En la otra vereda, la derecha para asegurar su candidatura única se vio forzada a una elección primaria que saque de competencia a los candidatos que pudieran dañar la opción presidencial del empresario de las finanzas Sebastián Piñera, el favorito en las encuestas...