Los desastres humanitarios no son tan desastrosos para todo el mundo. Gigantes del amoblamiento, como Ikea, vendedores de tarjetas de débito... Las empresas se precipitan cada vez más en pos de los beneficios de “la industria de la ayuda”, cuyo volumen anual supera los 25.000 millones de euros.
Como en todas las ferias internacionales, los stands están tapados de afiches de colores vivos, de fotos provocativas y promotoras con sus particulares atuendos. Hombres en trajes entallados intercambian ostensiblemente sus tarjetas. Sobre las mesas de exposición, grandes maquetas de contenedores bien alineados; ciudades en miniatura en las que reinan el orden y la prolijidad. “Le puedo mandar toda la información de nuestros campamentos. Mineros, petroleros, militares o de refugiados: como usted quiera”, le anuncia orgullosamente Romero, representante de la empresa española de logística ERPA, a un hombre que dice ser simplemente el enviado de un “gobierno africano”. Detrás de su stand, una gran foto de un campamento base en el que se ven reagrupados diversos tipos de carpas y helicópteros. “Trabajamos en principio como proveedores de equipamiento militar para el Ministerio de Defensa español, pero estamos acá para comprender el mercado humanitario. Es un mercado muy complejo, con todo tipo de agencias”, prosigue...
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