En 2013 la derecha chilena sufrió una de las derrotas más grandes de su historia, alcanzando sólo el 37,83% de los votos en segunda vuelta, frente al 62,17% de los votos de Michelle Bachelet. Este resultado sólo es comparable a la elección de 1993, cuando dividida entre las candidaturas de Alessandri Besa y José Piñera, obtuvo en total un 30,59%.
Más allá de las cifras, la derecha parecía en 2013 derrotada ideológicamente, terminando a tropezones un gobierno que no logró la aprobación de la ciudadanía. La ola de protestas iniciada en 2011 instaló un clima de intenso rechazo al gobierno de Piñera, no sólo por sus errores de gestión, sino ante todo como repudio a sus orientaciones programáticas fundamentales. Pero a pesar de la profundidad de la derrota, la derecha chilena supo replegarse en orden y rearticularse en resistencia al programa de reformas impulsado por los movimientos sociales y plasmado parcialmente en el programa de la Nueva Mayoría. Para eso ha construido un argumentario que ha logrado construir un nuevo “sentido común”, que ha impregnado los debates parlamentarios y el curso de las discusiones públicas, al menos en el campo de las élites...
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