El presidente Trump, quien denostó a Arabia Saudita en campaña, pretende ahora beneficiarse con las riquezas del reino. Un viraje que no tiene en cuenta las dificultades estructurales de un país en vías de inciertas reformas.
En septiembre de 2016, en plena campaña electoral estadounidense, el Senado y la Cámara de Representantes adoptaban casi de manera unánime la ley “Jasta” (Justicia contra los Patrocinadores del Terrorismo). La ley, que apunta directamente a Arabia Saudita, permite a los ciudadanos estadounidenses llevar ante la justicia a los Estados que hubieran ayudado “directa o indirectamente” a organizaciones implicadas en “actividades terroristas contra Estados Unidos”. Donald Trump, que acababa de obtener la investidura republicana, aportó su apoyo indefectible y atronador a la misma. Cuando el presidente Obama intentó sin éxito oponerse a través de un veto (en nombre del principio bien establecido de la inmunidad de los Estados), el candidato republicano calificó el acto de “vergonzoso”...
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