Solo cuatro kilómetros separan el suburbio popular de Cesano Boscone del “barrio de diseño” de Milán. Ese corto trayecto permite sumergirse en los diferentes estratos de la ciudad contemporánea y observar un fenómeno que asola a Italia desde la crisis de 2008: los comercios de proximidad, característicos de las metrópolis transalpinas, sufren una verdadera hecatombe.
En la persiana baja del quiosco de diarios de Cesano Boscone, una inscripción con tinta roja se repite tres veces para interpelar a los pasantes: “En alquiler”. La invitación resuena como una tentativa desesperada de sustraerse al paisaje desolado de esta periferia, integrada desde 2014 a la Ciudad Metropolitana de Milán (Lombardía), una entidad que reúne 134 comunas, tres millones de habitantes y se presenta como la “capital económica de Italia”. Sin embargo, en cuanto se atraviesa la circunvalación, a algunas cuadras del centro histórico, la aglomeración se transforma en una ciudad-dormitorio, donde se amontonan inmigrantes y personas mayores, mientras que los pequeños comercios desaparecen unos tras otros.
En Cesano Boscone, como en otras partes de Italia, el cierre de negocios de gestión familiar comenzó en los años 1980, más tardíamente que en otros países occidentales y durante mucho tiempo se realizó a un ritmo menos sostenido. Pero las cosas cambiaron a partir de la crisis de 2008, al punto de que algunos expertos ya no dudan en hablar de “desertificación”...
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