El factor crucial, que definió las elecciones presidenciales de 2017 fue sin duda la expectativa de los electores respecto al crecimiento económico. Y eso explica el arrollador triunfo de Sebastián Piñera. La división de la Nueva Mayoría y el impulso del naciente Frente Amplio también fueron elementos que jugaron un rol, pero no tienen punto de comparación ante un dato fundamental, que fue muy bien trabajado por la derecha y que encontró eco, de distintas maneras, entre diferentes capas de la población.
La ralentización de la economía chilena no comenzó con la elección de Michelle Bachelet. Ya en 2013 la economía chilena creció un 4,1 por ciento, la cifra más baja desde 2010, producto de una fuerte caída en la inversión durante la segunda mitad de ese año. Como recuerda el economista Ricardo Ffrench-Davis “las exportaciones en el gobierno de Piñera se trancaron. En el gobierno de Piñera. No en este gobierno”. A la vez, fue el gobierno de la derecha el que deterioró los equilibrios fiscales: “Piñera recibió un Estado que era acreedor del mundo” y “entregó un Estado que era deudor neto del mundo”. Como observa el académico: “Estaban con las manos llenas con el precio del cobre y tuvieron déficit fiscal. Entregaron déficit estructural y efectivo”. Recordemos que Piñera subió el impuesto a las empresas del 17 al 20%, pero a la vez redujo otra serie amplia gama de impuestos, mientras introdujo diversos gastos permanentes, como el nuevo post natal. De allí que Ffrench-Davis concluya que “no se pueden bajar impuestos a menos que se bajen grandes gastos permanentes”...
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