The Post, la película de Steven Spielberg recientemente estrenada, ha sido saludada como “una obra maestra” y “un canto a la libertad de prensa”. Pero el film deja de lado numerosos puntos oscuros acerca de The Washington Post y de su propietaria, Katharine Graham, erigida en heroína.
La historia de The Post, de Steven Spielberg, Los oscuros secretos del Pentágono, inspirada en hechos reales, transcurre en Estados Unidos en 1971. Daniel Ellsberg, analista de un think tank del Pentágono, asumió el enorme riesgo de fotocopiar un documento clasificado como “secreto de defensa” que probaba que John Kennedy y Lyndon Johnson habían mentido tanto al Congreso como al público respecto de la guerra de Vietnam, que sabían perdida. The New York Times publicó una síntesis de dicho informe, pero una orden judicial les prohibió continuar. ¿Tomaría The Washington Post, modesto diario regional, el relevo de su prestigioso homólogo?
El director, sensible a las batallas feministas actuales, decidió centrar el relato en una mujer –Katharine Graham, la dueña del periódico (interpretada por Meryl Streep)– más que en los protagonistas que, en los hechos, tomaron los mayores riesgos y desempeñaron un papel primordial: Ellsberg, el “alertador”, acusado de “espionaje” en virtud de una ley de 1917 y condenable a cadena perpetua, y el equipo de The New York Times que publicó el caso. Esta decisión cinematográfica irritó al jefe de redacción de Internacionales del Times, encargado de supervisar la publicación de los documentos en junio de 1971. “¡Es totalmente falso! –se indignó al leer el guión–. Esta película es una farsa”. Aunque también un éxito: cerca de un millón de entradas vendidas en tres semanas de proyección en Francia...
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