En 1987, 15.800 barriles que contenían diversas sustancias tóxicas –y que fueron transportados ilegalmente de Italia al Líbano– fueron desechados al sur de Beirut. Aquel antecedente signó socialmente el camino en la discusión sobre cómo debe ser el tratamiento de residuos, debate que esconde ciertos intereses.
Un amanecer aún tormentoso asoma sobre la alfombra de inmundicias que cubre la playa de Zouk Mosbeh, al norte de Beirut. Este enésimo desastre ecológico y sanitario desata las sempiternas discusiones políticas. Para unos, la basura que se extiende hasta perderse de vista fue arrastrada por las corrientes de agua provenientes de los pueblos de montaña controlados por el partido cristiano Kataeb. Para otros, rápidos para criticar a las autoridades gubernamentales, el mar no hizo más que regurgitar los residuos del basural de Bourj Hammoud, en los suburbios del norte de la capital. Un basural a orillas del mar cuya actual restructuración resuelve supuestamente la crisis de la basura que vive el país desde hace varios años...
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