El debate sobre los derechos de los animales se remonta al siglo IV a.C. Desde aquella época hasta la actualidad se crearon leyes protectoras que refuerzan las sanciones, se institucionalizó la problemática en ámbitos académicos y en medios de comunicación e, incluso, se puso en el tapete la posibilidad de otorgarles ciudadanía a los animales domésticos.
¿Quién se queda con el perro en caso de divorcio? ¿Cómo se evalúan los daños causados por el tránsito de una vaca errante? ¿Qué hacer si no se respetan las especies protegidas? En Francia, estas y muchas otras preguntas conciernen textos que se encuentran dispersos en siete códigos legislativos (civil, penal, rural, de medio ambiente, etc.) y que constituyen de hecho el derecho de los animales. Frente a esta dispersión, comenzó a constituirse el “derecho animal”, que busca conformar un corpus coherente de normas jurídicas (1). Sin embargo, no se trata de un objetivo meramente práctico: dicha substitución señala no solo el deseo de reforzar la protección animal, sino también la aparición progresiva de una nueva concepción de su naturaleza...
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