Feudo personal del rey Mswati III, la pequeña Suazilandia sigue regida por una monarquía corrupta y violenta que aspira los beneficios proporcionados por una economía basada en la producción de caña de azúcar, en detrimento de un millón trescientos mil súbditos empobrecidos, que buscan rebelarse.
A lo largo de una autovía desértica que sale del Aeropuerto Internacional del Rey Mswati III hacia la capital, Mbabane, los carteles celebran el medio siglo de independencia de Suazilandia: “Cincuenta años de paz, de estabilidad y de progreso”. La nueva terminal aeroportuaria del reino, que costó 140 millones de euros, es como un elefante blanco (1). Situado a 70 kilómetros de Mbabane, entre las llanuras del “cinturón de azúcar” del país, no ofrece más que tres vuelos ida y vuelta cotidianos hacia la Sudáfrica fronteriza, a los que pueden añadirse los vuelos más episódicos del Airbus A340 del rey Mswati III, comprado por 11 millones de euros a la compañía taiwanesa China Airlines...
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