Bajo bloqueo, la península de Qatar levanta vuelo

Más de un año después de haber sido condenado por el Consejo de Cooperación del Golfo, Qatar no cedió a ninguna de las exigencias de sus vecinos y libra una batalla de influencia a nivel internacional. En Doha, el bloqueo parece haber cohesionado a la población y alentado la diversificación económica del país. Pero los desequilibrios estructurales persisten.

Hay que desconfiar de las aguas mansas. Las que bordean la bahía de Doha, de un turquesa resplandeciente, tienen la serenidad de un mar calmo en este verano de 2018. El calor y la irradiación del sol asedian la capital de Qatar, circunscribiendo la vida social únicamente a los espacios climatizados. En los muelles, los dhows, con las velas arriadas, no vieron a un solo turista desde hace semanas. Esos veleros tradicionales de madera, en otra época dedicados a la pesca y el transporte de mercancías, son una de las pocas concesiones nostálgicas al frenesí de modernidad que se adueñó de la ciudad a mediados de la década de 1990. Desde entonces, gracias a grandes cantidades de hormigón y verticalidad, ese frenesí redibuja sin cesar la perspectiva de la ciudad, que es el orgullo de sus habitantes...