Tomados entre dos fuegos entre los independentistas, que los extorsionan, y el ejército, que los reprime a la buena de Dios, los anglófonos de Camerún siguen esperando la apertura de negociaciones sobre el estatuto de su región. Las violencias impidieron que la mayoría de ellos fueran a votar a la elección presidencial del 7 de octubre pasado. Sin sorpresas, el presidente Paul Biya, en el poder desde 1982, fue reelecto con el 71% de los votos emitidos. Superó ampliamente a sus ocho competidores, y sobre todo a Maurice Kamto, del Movimiento para el Renacimiento de Camerún (MRC), que logró el 14% de los votos, y a Joshua Osih, del Social Democratic Front (SDF), con el 3%. Ese bajo resultado del SDF, adversario anglófono histórico de Biya, se explica por la recrudescencia de los ataques y las violencias de todo tipo en la zona anglófona, donde la tasa de participación no superó el 5%. Desde noviembre de 2016, cerca de 300.000 personas tuvieron que huir de su domicilio.
Camerún, que había sido una colonia alemana, fue repartida entre el Reino Unido y Francia después de 1918. El 11 de octubre de 1962, un referendo ratifica una escisión de la parte colonizada por los británicos: los habitantes de Camerún del Sur (Meridional) deciden unirse a la República de Camerún vecina, independiente de Francia desde 1960; los de Camerún del Norte (Británico) optan por la adhesión a Nigeria. En la actualidad, los cinco millones de anglófonos del país (sobre 25 millones de habitantes) viven en dos regiones, llamadas Noroeste y Sudoeste, a lo largo de la frontera con Nigeria...
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