Que nuestra vida nos pertenezca

La historia reciente de los y las estudiantes ha estado marcada por grandes manifestaciones, las que han logrado permear en el día a día de la gente, logrando hacer un cambio de paradigma en cuanto a cómo concebimos la educación. Siendo capaces de llegar a los hogares, a las familias, a las mesas. El año 2011 logramos eso, logramos que se empezara a hablar de por qué la educación tenía que ser gratuita, de por qué estaba mal que se concibiera como un negocio, cuando eso generaba que se jugará con los sueños de tantos y tantas que ese año nos levantamos y salimos a copar las calles.

El año 2018 estuvo marcado por la movilización feminista a nivel latinoamericano, nacional y local. En dicha movilización, las estudiantes tuvimos mucho que decir, fuimos capaces de paralizar nuestras universidades, de levantar petitorios, de convocar a las calles, y de -como señalé previamente- llegar a las casas de las familias, a hablar por un lado de lo grave que es que las instituciones protejan a profesores que han incurrido en casos de acoso, abuso y un largo etcétera, pero también, de algo tan fundamental y tan básico, como de que queremos vivir una vida libre de violencia, de no temer al salir a la calle o incluso en nuestros espacios educativos.