Una oposición sin GPS

El 11 de marzo de 2019 no sólo marca el inicio del segundo gobierno de Sebastián Piñera. Es también un momento para evaluar el primer año de una nueva oposición, diversa, plural, novedosa, que levantó grandes expectativas al asumir su nueva función institucional. Pero a doce meses de distancia no sólo el oficialismo empieza a tener graves dificultades. Las fuerzas de oposición, juntas y por separado, no parecen mejor situadas frente a sus electores y más aún ante una ciudadanía que parece capturada por la lógica antipolítica, que sospecha de las formas institucionales de representación y que desea cambios inmediatos, tangibles y concretos, casi imposibles de concretar fuera de los muros de La Moneda.

Alo largo del 2018 la articulación de la oposición no ha sido nada clara. La DC y el PR se han convertido en una suerte de oposición débil, amigable al gobierno. Según publicó El Dínamo, los parlamentarios DC y PR votaron a favor de las iniciativas de La Moneda en cerca de un 90% de las ocasiones. Y si sólo se analizan las votaciones generales y/o únicas la DC supera incluso a Chile Vamos, con un 95,3% a favor, versus un 95,2% del gremialismo y un 94,8% de RN.