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Las fracturas de las huellas rusas

Una ucranización a marcha forzada

“Nos hemos liberado de la ocupación cultural, que no es menos peligrosa que la ocupación territorial”, se felicitaba el pasado 9 de marzo el presidente ucraniano saliente, Petro Poroshenko –candidato frustrado a su propia sucesión al ser derrotado por Vladímir Zelensky–, en el marco de la conmemoración del 205° aniversario del poeta nacional Tarás Shevchenko. Durante su mandato, la Iglesia ortodoxa ucraniana ¿no fue acaso retirada de la tutela del patriarcado de Moscú, establecida desde hacía tres siglos?

“Ejército, lengua, fe”: el eslogan de tintes nacionalistas elegido por Poroshenko para su campaña no fue suficiente para eclipsar los fracasos de su gobierno. Las reformas anticorrupción se estancaron, y el conflicto armado con las repúblicas separatistas prorrusas de Donbáss, que desde 2014 causaron 13.000 muertos, aún se prolonga. El 21 de abril, Vladímir Zelensky derrotó en las urnas al magnate del chocolate con más del 73% de los votos. Este humorista y productor de televisión, un recién llegado a la política que, hasta hace algunos meses, nadie habría imaginado ver en la segunda vuelta, promete liberar a la Rada (el Parlamento), a la policía y a la justicia de la influencia de las grandes fortunas del país. Sin embargo, sus presuntos vínculos con el oligarca Igor Kolomoisky, propietario del canal de televisión 1+1, en el que él se exhibe a menudo, le han valido insistentes preguntas por parte de los periodistas. Asimismo, se espera que el nuevo presidente, de lengua materna rusa, se pronuncie sobre la cuestión lingüística. ¿Flexibilizará la política de ucranización a marcha forzada de su predecesor?...

Artículo completo: 278 palabras.

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Nikita Taranko Acosta

Investigador en el Center for Russia and Eastern Europe Research (CREER), Ginebra.

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