El ascenso del nacionalismo en Italia

Italia tiene un nuevo hombre fuerte e incluso, según muchos, un nuevo salvador. En Roma, el verdadero jefe de Gobierno no es el presidente del Consejo, Giuseppe Conte, ni el ganador de las últimas elecciones generales, el líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S) Luigi Di Maio. Es el ministro del Interior, Matteo Salvini.

Italia tiene un nuevo hombre fuerte e incluso, según muchos, un nuevo salvador. En Roma, el verdadero jefe de Gobierno no es el presidente del Consejo, Giuseppe Conte, ni el ganador de las últimas elecciones generales, el líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S) Luigi Di Maio. Es el ministro del Interior, Matteo Salvini. Como si de la noche a la mañana un oscuro concejal municipal de Milán, militante durante mucho tiempo de la Liga Norte, una formación separatista, se hubiera convertido en la personalidad más poderosa del país. En sus manos, un partido que parecía una reliquia se transformó en el eje de la política italiana, y quizás europea.

Esta sorprendente mutación hunde sus raíces muy lejos, no en el tiempo, sino en el espacio. Desde 2014, las guerras y la pobreza han llevado a millones de personas de África y Medio Oriente a atravesar el Mediterráneo en busca de trabajo, libertad y paz en una Europa rica, vieja, pero cada vez más desigual. El Viejo Continente respondió mirando para otro lado, o explotando los fantasmas que despiertan la desesperación de los otros: en lugar de ayudar, identificó a un enemigo y lanzó una competencia de humillaciones. Los últimos y penúltimos marginados del mundo se enfrentan entre sí, mientras que se preserva la tranquilidad de los más favorecidos. En Italia, Salvini inició la revuelta de los penúltimos. Con cierto talento, aprendió a hablarle a sus estómagos...