Es el nuevo tema de nuestro tiempo. Un nuevo modo de producción, basado en la gestión colaborativa, avanza a gran escala en todo el mundo. Los nuevos recursos que capitaliza no son las materias primas, ni las energías fósiles o latifundios conquistados. Su riqueza se extrae de fuentes intangibles, basadas en conocimiento e información. Los datos (las grandes bases de datos) son el nuevo oro de nuevos mineros virtuales. Las patentes son sus nuevas plantaciones. Los derechos de propiedad intelectual son sus bosques a talar. Las apps y redes virtuales, sus formas de extracción de valor. En este contexto surgen nuevas pugnas y luchas sociales, que disputan entre la apropiación privada de los que se ha construido en colectivo y las resistencias a la «comoditización» del conocimiento, buscando el acceso abierto y el libre flujo de la información. Mientras el «fetichismo tecnológico» considera que la automatización y robotización nos liberará del trabajo superfluo y rutinario, quienes sostenemos el pensamiento crítico advertimos de la necesidad de un marco mínimo de discernimiento político en dilemas vinculados a estas materias.
La reciente huelga del Sindicato Interempresa de Líder-Walmart (SIL) es una expresión del fenómeno descrito más arriba: su demanda se centró en la automatización de labores cotidianas y la multifunción que los empleados deberán asumir. Es lo que ya está ocurriendo con los cajeros de los supermercados Líder, que están siendo reemplazados por máquinas de autoservicio, con sólo una persona para monitorear su funcionamiento y asistir a los clientes que necesitan ayuda...
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