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En nombre de una aparente estabilidad

El rompecabezas balcánico

El principio de intangibilidad de las fronteras no deja de transgredirse en los Balcanes, donde se habla nuevamente de un intercambio de territorios entre Kosovo y Serbia. Desde hace dos siglos, la búsqueda de “homogeneidad étnica” crispa a esta región de gran diversidad cultural y religiosa, desviando la atención de los verdaderos desafíos.

En 2007, cuando se intensificaban las discusiones internacionales sobre el estatuto de Kosovo, se impuso una fórmula: reconocer la independencia de la antigua provincia serbia, que se encontraba desde 1999 bajo el protectorado provisorio de Naciones Unidas, equivaldría a colocar la “última pieza del rompecabezas balcánico”. Doce años más tarde, esta independencia sólo sigue siendo parcialmente reconocida y una nueva hipótesis moviliza todas las mentes y cancillerías desde el verano boreal de 2018: Kosovo y Serbia podrían firmar un acuerdo “definitivo”, en el que Belgrado reconocería la independencia de su antigua provincia a cambio de una nueva división territorial. La zona mayoritariamente serbia del norte de Kosovo podría unirse a Serbia, mientras que Belgrado cedería a Pristina una parte del Valle de Presevo, en el sur de Serbia, donde vive una población mayoritariamente albanesa.

Como una caja de Pandora, una “corrección” semejante de las fronteras podría generar otras y estar acompañada de desplazamientos de poblaciones en una región ya castigada por años de guerra y migraciones. Podría despertar los demonios de una “gran Albania”, extendida a los albaneses de Kosovo e incluso de Macedonia, o de una “gran Serbia” que integre la República Srpska, la “entidad serbia” de una Bosnia-Herzegovina que continúa dividida...

Artículo completo: 279 palabras.

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Jean-Arnault Dérens y Laurent Geslin

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