Un corredor de ballenas bajo amenaza

“De pronto se oyó un bufido por la amura de babor; luego, otros dos o tres, más potentes, y cuatro lomos obscuros, de reflejos violáceos, abrieron las aguas como afiladas colinas negras. Los resoplidos elevaron sus característicos chorros que se esparcieron como grandes helechos fluviales y una cola de enormes aletas, que parecían abrazar el horizonte, se hundió en el mar con un esguince burlón”. Así, describía Francisco Coloane (1) en 1962 lo que había visto en la caza de cetáceos.

Con un mar patrimonial de 3.681.989 km2, Chie es una extendida terraza para el avistamiento de ballenas, entre otras especies de cetáceos. Desde el 2008, 43 especies fueron declaradas monumentos naturales, lo que ese mismo año se extendió a las aguas chilenas zona libre de caza. Luego, en el 2017 Michelle Bachelet anunciaba dos nuevos parques marinos: uno en Juan Fernández y otro en la zona de Cabo de Hornos e Islas Diego Ramírez y afirmaba: “Con su creación, Chile va a llegar a la histórica cifra de 1.000.000 de km2 de su mar completamente protegidos”. Todo lo anterior es el potencial existente.

De las trece especies de ballenas, nueve van y vienen por el Océano Pacífico, entre los meses de diciembre hasta abril o mayo de cada temporada frente a nuestro extendido litoral. Toda una oportunidad para la observación, los avistamientos y la fotografía entre otras actividades en torno a los cetáceos en general y a las ballenas en particular. Es posible avistar rorcuales tropicales y ballenas Bryde en Arica. También en Mejillones...