Durante el período 2016-2019, realizamos una investigación (1) que buscaba identificar y caracterizar las formas que asume el trabajo, en general, y el trabajo precario, en particular, considerando la heterogeneidad social, cultural, histórica, económica y geográfica de la Macro-zona Sur de Chile (Maule, Biobío y La Araucanía). Esta investigación exploró la relación existente entre: 1) los sentidos e identidades con el trabajo; 2) los procesos y la organización del trabajo; 3) las esferas sociales más allá del trabajo; y 4) las formas de asociatividad y acción colectiva. Las tres regiones estudiadas se encuentran caracterizadas por contar con una alta presencia de población rural y por la coexistencia de territorios de carácter agrícola y silvícola.
Pensar la realidad del empleo y del trabajo en las zonas rurales, no sólo involucra considerar el mercado de trabajo y la estructura del empleo, sino que también involucra pensar en culturas, espacios y poder. Sin embargo, analizar la ruralidad desde enfoques culturalistas ha sido parte de una suerte de descripción que se ha convertido lentamente en una normalización e incluso justificación de los procesos de precarización y de las relaciones de dominación en lo que el imaginario metropolitano denomina como “el campo”. En este sentido, la historicidad de la multiplicidad de culturas que coexisten en este espacio involucra reconocer una serie de relaciones de poder, actores y clases que se han disputado el cuerpo y la vida de los trabajadores y trabajadoras, de sus familias y su descendencia en un largo ciclo de procesos de desposesión, dominación y negociación de las carencias y faltas.
Desplazamientos
Considerando este enfoque, es que podemos adentrarnos en dos procesos sincrónicos que en las zonas estudiadas presionan y pujan lo que David Harvey (2018) ha llamado los límites del capital. Por una parte, encontramos el avance del modelo extractivo forestal, el cual se profundiza en una lucha por el uso de la tierra y el agua, marcando la pauta de las relaciones entre el capital por la construcción y modelación del espacio. La lucha por los recursos hídricos, la propiedad de la tierra, la disputa por la fidelización, atracción y retención de la “mano de obra”, la innovación y diversificación productivas, así como los límites ecológicos y ambientales, son parte de las contradicciones que actualmente encuentra el capital forestal en las regiones del Maule, Biobío y La Araucanía.
En este sector se distinguen trabajadores de planta, subcontratistas y trabajadores por cuenta propia, los cuales, mayormente hombres, se encuentran jerarquizados y segmentados en sus condiciones de trabajo y remuneraciones. Con flujos de movimiento entre las plantas de celulosa, los aserraderos, las faenas de descarga, la tala, el transporte y la logística, presentan un panorama amplio de precariedades, desigualdades y reinvenciones del espacio y la vida en la ruralidad. Desplazamientos interregionales, fronteras administrativas y comunales que no constituyen límites para estas movilidades, y nuevas cadenas de ensambles entre las pequeñas propiedades (plantando pino y eucaliptus), los centros de (…)
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