Usando la expresión acuñada en 1969, hoy se piensa la sequía como un terremoto silencioso y, como en 1969, la sequía actual conlleva potencialmente conflictos políticos asociados a la conflictividad socio-ecológica estructural del modelo de desarrollo rural capitalista en Chile. La escasez hídrica evidencia desigualdades en la propiedad de la tierra y nuevas contradicciones de la hegemonía territorial de la agricultura y silvicultura capitalista altamente tecnologizadas y automatizadas. Problemas propios de la escasez de agua y el posible encarecimiento de alimentos se suman a la subsistencia de la agricultura campesina en contextos de creciente desigualdad en el acceso a recursos hídricos y tensiones locales por el empleo inmigrante en la temporada agrícola.
Petorca muestra las contradicciones y conflictividad en el uso de recursos y la desposesión y apropiación convierte a las plantaciones de paltos en ejemplos de las relaciones espaciales y temporales del desarrollo capitalista. Acumuladores de agua construidos como infraestructura privada forman parte de las estructuras socio-ecológicas de acumulación de capital y materializan la acumulación de capital en tanto abstracción conceptual usada por Marx al explicar el crecimiento capitalista (1).
Conflictos por el uso del agua en Petorca son centrales para el movimiento socio-ecológico luchando por cambios en el manejo y regulación legal del agua. Entender esos conflictos en relación a la acumulación de capital actualiza la obra de Rosa Luxemburgo, quien 100 años atrás fue ejecutada y arrojada a un canal de Berlín por paramilitares alemanes en complicidad con la Social democracia alemana. Luxemburgo teorizó la relación entre espacios de producción capitalista y espacios de producción no capitalista, señalando que no era posible concebir el capitalismo como sistema cerrado de pura producción y consumo capitalista (2). Por el contrario, ella entendió el sistema capitalista como sistema que se nutre de espacios y tiempos de producción no capitalista donde se realiza parte del valor producido en el sistema capitalista y donde hay producción que, al ingresar al circuito de consumo capitalista, contribuye a la acumulación de capital. Teorizó también la lucha del capital contra la economía natural y contra la economía campesina y sin idealizar formas alternativas al capital, entendió la lucha del capital por expansión e intensificación como una lucha contra otras formas de vida, lo que junto a la teorización de Marx sobre la sumisión del trabajo al capital entrega perspectivas para explicar el dominio del capital y las posibilidades revolucionarias del trabajo versus el capital en contextos rurales. Entender la transformación de relaciones agrarias por el capital constituyó el centro teórico de la cuestión agraria, cuya complejidad estuvo dada en gran medida por procesos diferenciados a través de los cuales el capital penetraba y transformaba relaciones agrarias.
Retomar críticamente el análisis de la cuestión agraria obliga a centrar el análisis y explicación de problemáticas socio-ecológicas. La propuesta de Kautsky sobre nacionalización de la tierra, aguas y bosques, apuntaba a sustituir relaciones de propiedad en un proyecto político históricamente especifico (y objeto de disputa en todo caso) (3). Sin embargo, más allá de la posible nacionalización de recursos, la emergencia climática obliga a analizar la cuestión agraria, la del agua y la forestal en forma conjunta y como momentos de una cuestión más amplia sobre el uso de la tierra en el desarrollo capitalista.
La cuestión de la tierra, la emergencia climática
Quién debe y tiene derecho a usar la tierra, el tipo de producción, y reproducción, y los fines socio-ecológicos para los que se debería usar la tierra son preguntas que marcan la cuestión de la tierra hoy (4). Hablar de emergencia climática implica entender eventos climáticos extremos y transformaciones ecosistémicas producto de la concentración de gases efecto invernadero (GEI) originados en actividades humanas. Consecuencias negativas de esos cambios son inevitables, no es posible asegurar temperaturas bajo 2 ºC o 1,5 ºC respecto a niveles preindustriales y existe incertidumbre científica sobre lo adecuado de esos objetivos. Consecuencias devastadoras en ecosistemas y sus habitantes configuran una emergencia climática donde el uso de la tierra es doblemente conflictivo: conflictos inherentes al desarrollo capitalista y crisis (…)
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