Tiempos de crisis

Aunque la pandemia del Covid19 recién registró en Chile su primer caso a inicios de marzo, en pocas semanas desnudó las fragilidades del país que desde octubre asistió a una crisis social y política, a la que ahora se suma la sanitaria y la económica, en un contexto global de recesión, ad portas de una crisis humanitaria mundial y la persistencia de la originada por el cambio climático.

Es un hecho, un dato de la realidad, que los problemas estructurales de desigualdades y demandas insatisfechas que motivaron el estallido social de octubre, no han sido resueltos. La crisis sanitaria, más bien los ha vuelto a exponer en toda su magnitud.

Algo similar sucede con la crisis de representatividad política, la crisis de legitimidad, la carencia de solidez de algunas instituciones, como la Constitución, que tampoco sirven para hacer frente a momentos vitales. Es demasiado pronto para evaluar las estrategias y medidas adoptadas por el gobierno para la urgencia de la pandemia, pero hay señales.

La casi nula intervención de los mercados por parte del Estado se apoya en las limitaciones constitucionales, pero también en el peso ideológico que tienen las autoridades de gobierno a la hora de sopesar los costos económicos que supone cada medida urgente destinada -y muchas veces demandadas por la población- a mitigar la crisis.

El gobierno tenía desde octubre y por largos meses un margen de maniobra política muy acotado, casi sin iniciativa y escaso control de la agenda pública. Un largo proceso de agrietamiento de la propia alianza de gobierno comenzó a socavar la base política de La Moneda, fenómeno que no ha decantado del todo.

En distintos momentos, como en la negociación para el pacto constitucional del 15 de noviembre, el gobierno cedió poder, como al Congreso, para buscar una salida política a la crisis. La presión no solo venía de las masivas movilizaciones callejeras en todo el país, una cuota importante de fuerzas la pusieron los alcaldes que anunciaron y (...)