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Educación y salud

Las dos caras de una misma moneda

En varias ocasiones hemos aludido a la capacidad que tiene el modelo de desarrollo capitalista, para reinventarse y resurgir de las cenizas, tal como lo hizo el Ave Fénix. Pero la verdad es que, pese a los diagnósticos y las predicciones realizadas por la intelectualidad progresista, la estabilidad del modelo chileno no ha estado en entredicho, a lo más ha sentido algunos bochornos periódicos.

Mirando los últimos cincuenta años de la historia nacional, no se advierten síntomas de crisis terminal. Ni el modelo de desarrollo capitalista ni la expresión productiva y estética del neoliberalismo criollo muestran signos de muerte o fatalidad.

Sin restarle importancia al estallido social de octubre de 2019, a lo más podemos calificarlo como un resfrío cuyo estornudo logró desenmascarar la estrategia de explotación económica que se le impone a la mayoría en beneficio de los intereses de una minoría. No hay duda de lo anterior. Pero verle el rostro sin mascarilla al modelo, dejando ver la cara dura y mezquina de un desarrollo sustentado en el crecimiento de las desigualdades y la segregación, tiene un valor en sí mismo. Sin embargo, de ahí a pensar que el sistema se puede tumbar, es una conclusión que confunde el principio del deseo con el de la realidad.

Solos es muy difícil cambiarlo. Pero para avanzar hacia la emancipación y una sociedad más justa, es necesario contar con un movimiento social consciente de su explotación, en este sentido, el estallido social puso en cuestión la idea de una comunidad enajenada y dormida. La resistencia y el cambio societal, pasa por el reconocimiento de la enfermedad. En este sentido, la explosión social del 18 de octubre puede convertirse en un nuevo despertar de la conciencia colectiva. Y por lo mismo, un retroceso de la enajenación social y el individualismo.

Por esta razón, es importante que el carnaval nacional del 18 de septiembre se repita el 18 de octubre de cada año. Si bien, su celebración no cambiará las “reglas” de la producción material de la vida, al menos nos permite reconocernos como sujetos explotados y dominados, pero con vocación de libertad.

Volviendo a la contingencia, muy a nuestro pesar, el discurso oficial sobre la crisis sanitaria, ha puesto en hibernación a la pretensión de un cambio social o nuevo pacto que disminuya las inequidades y empareje las oportunidades. Dentro de las variadas reinvenciones estratégicas y comunicaciones del modelo chileno, se ha buscado instalar la idea que la lucha debe postergarse hasta que el Covid-19 esté contenido. Pero, tomado como ejemplo el sistema educativo, les adelantamos un lamentable pronóstico: El coronavirus nunca abandonará la retórica de los representantes de este modelo, incluso con la llegada de una vacuna, siempre será una excusa para postergar el cambio social. Muy pronto se levantará la consigna de la reconstrucción nacional. Un lema que seguro que estará intoxicado de patriotismo trasnochado, apelando a la “responsabilidad” y la “solidaridad” de los chilenos. En síntesis, corremos el riesgo una nueva trampa o transición de otros 30 años.

Quizás una forma de salir de este “pesimismo” estructural, podría emerger de la capacidad que tenemos para vincular las demandas sociales con la crisis sanitaria. Pero debemos adelantarnos al “partido del orden” que una vez más intentará realizar un rescate político del gobierno de Piñera. Sabemos que la crisis social, la crisis sanitaria o la crisis educacional, son expresiones de una misma moneda. Pero quienes se atrevan a desenmascarar el lazo ideológico que los une, corren el riesgo de sufrir fuego enemigo y amigo. Pero cualquier cambio social pasa por la lucha (...)

Artículo completo: 1 871 palabras.

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Dante Castillo y Mario Torres

Dante Castillo. Investigador PIIE
Mario Torres. Vicerrector de la Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Vinculación con el Medio. UTEM.

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