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Expectativas moderadas, incredulidad y movilización social permanente

La educación y el proceso constituyente

Desde la perspectiva del sistema educativo, el plebiscito nacional, denominado oficialmente Plebiscito Nacional 2020, que la crisis sanitaria del Covid-19 postergó para el 25 de octubre del año en curso, será un hecho celebrado, pero insuficiente para satisfacer la profundidad y la variedad de problemas que afectan al modelo educacional chileno. Esta afirmación es una constatación sostenida en el discurso y acciones que permanentemente han y están levantando los actores educacionales.

Es muy importante recordar que luego del estallido social de octubre de 2019, tanto el movimiento estudiantil como el Colegio de Profesores y Profesoras de Chile, a través de sus representantes y vocerías, se declararon partidarios del mecanismo de la asamblea constituyente. Al mismo tiempo, también es preciso considerar que el actual proceso constituyente, fue propuesto por un acuerdo entre las cúpulas de la mayoría de los partidos políticos chilenos y el gobierno de Sebastián Piñera. Este pacto, anunciado el 15 de noviembre de 2019, tras un mes de protestas populares en todo el país, fue visto, desde la perspectiva de los representantes educacionales, como una estrategia desesperada de las elites políticas nacionales, para reposicionarse y para proporcionarle oxígeno al acorralado sistema político. De hecho, el nivel de desconfianza ha sido tan alto, que muchas organizaciones de la sociedad civil y de la esfera educacional, luego de la ratificación del pacto y propusieron un itinerario, han llamado a marcar el voto con las letras A.C. de Asamblea Constituyente.

Se derrite el pacto
Originalmente, el sentido del pacto firmado el 15 de noviembre, fue acordado por el sistema de partidos y el gobierno, para terminar con la Constitución del 80 y llamar a la elaboración de un nuevo documento rector. Sin embargo, a los pocos días y luego de las reinterpretaciones de la dirigencia partidaria, especialmente de los partidos de derecha, una vez más aparece la tendencia chilena de borrar con el codo los acuerdos del día anterior. Nuevamente, con el foco mediático en el parlamento y en las sedes partidarias, finalmente se releen los pactos y se acuerda un itinerario con el objetivo de determinar si la ciudadanía está de acuerdo con iniciar un proceso constituyente, para generar una nueva Constitución y determinar el mecanismo para dicho proceso. En síntesis, a los pocos días el pacto original se desintegra o al menos se derrite.

En la forma, el proceso constituyente que se iniciará en octubre de 2020, es celebrado por los partidos políticos, ubicándolo en un lugar de hito histórico transcendental. Desde esa lectura hegemónica, este hecho es visto como el primer plebiscito nacional chileno desde 1989, cuando se realizó el referéndum donde se aprobaron reformas a la Constitución Política de la República, promulgada en 1980, durante la dictadura cívico militar representada en la figura de Augusto Pinochet. Por lo tanto, el plebiscito de octubre de 2020, es considerado como el primero –y hasta el momento el único– celebrado durante los gobiernos democráticos que siguieron al régimen de Pinochet, y durante el siglo XXI. Sin perjuicio de la veracidad del argumento anterior, en el fondo, la diversidad de actores e instituciones educativas del país celebran con moderación, pues, desde hace más de 10 años se encuentran manifestándose activamente por una nueva Constitución que refleje sus opciones políticas y represente sus intereses de participación y transformación de corto, mediano y largo plazo. Aunque no se exprese directamente, el movimiento social no ha perdido la desconfianza en el sistema de partidos políticos.

El Estado (...)

Artículo completo: 1 851 palabras.

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Dante Castillo* y Mario Torres*

*Investigador PIIE **Vicerrector de la Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Vinculación con el Medio. UTEM.

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