Piñera y el “pato cojo”

La misma noche del 15 de noviembre cuando fue suscrito el acuerdo constituyente, asomó la primera fisura en el campo oficialista, tanto en el gobierno como en la alianza Chile Vamos. No había acuerdo sobre “entregar” la Constitución de 1980, cuestionada por masivas movilizaciones populares que mantenían en jaque a La Moneda. El sector “duro” de la derecha (también bautizado por el propio sector como “Los halcones”), pujaba por endurecer la represión, dictar el Estado de Sitio y producir una regresión autoritaria que no estaba del todo diseñada. El presidente Sebastián Piñera, sin embargo, optó por abrir un cauce institucional a la crisis y accedió a convocar un plebiscito que definiera el camino para elaborar una nueva carta. En ese mismo momento, entregó al Congreso la iniciativa política y radicó ahí las más importantes decisiones. No era la primera vez que Piñera se enfrentaba a un escenario en el que tenía que ceder. Apenas unos días antes, La Moneda vio cómo crecía el poder desde los municipios; de hecho, una amplia coalición de alcaldes ponía presión con la puesta en marcha de una masiva consulta sobre el cambio de la Constitución, que terminó haciendo mella en La Moneda. Ya entonces se apreciaba la actuación común de alcaldes opositores con ediles de derecha, que más adelante, con la llegada de la pandemia, volvería a actuar. Anticipadamente, Piñera comenzó a perder poder cuando recién estaba en la mitad de su mandato.

La historia de cómo Piñera adelantó su “año del pato cojo”, indicará que en cada episodio en el que La Moneda necesitaba de la unidad de su bloque oficialista -en el Congreso y entre los partidos de Chile Vamos- solo encontró conflictos que no pudo resolver y derrotas que no pudo evitar. Así sucedió con votaciones importantes, como el carácter paritario de la constituyente, el rechazo de los alcaldes al regreso del funcionamiento de las escuelas en abril, la ley del posnatal de emergencia, los cuestionamientos desde su propio sector a (...)