Chile es un país sumamente vulnerable al cambio climático, con un alto riesgo de estrés hídrico, un creciente avance de la desertificación y con una alarmante pérdida de biodiversidad. Esta situación se ve agravada con la imposición de un modelo de desarrollo consagrado constitucionalmente bajo el dogma neoliberal, que se basa en la extracción intensiva de bienes naturales orientados a la exportación, junto con el traspaso a los privados de las decisiones de inversión sobre los territorios.
La escasez hídrica y el cambio climático, junto a la reciente crisis humanitaria sanitaria, revitalizan y ponen en el centro del análisis internacional, la importancia del agua para la vida. El agua es un elemento esencial, irremplazable para la sobrevivencia y reproducción de todas las formas de vida, y como tal, constituye un derecho humano básico, un patrimonio común de la humanidad y de la Naturaleza. Su protección es necesaria tanto para la vida humana, como para la preservación de los ecosistemas, y muy especialmente, en aquellos territorios donde habitan los pueblos indígenas.
La forma en que cada sociedad se relaciona con su entorno natural es el reflejo de determinados paradigmas predominantes, que se reflejan también en los ordenamientos jurídicos que regulan y organizan las formas en que se producen estas interacciones, toda vez que el derecho ha tomado ciertos estándares o paradigmas jurídicos como modelos de solución a sus problemas. Y es que el tema ambiental se entrecruza directamente con los ámbitos centrales de la organización de la sociedad: su economía, su democracia, su configuración del poder. Sin embargo hoy, es el mercado y su lógica, la que predomina en las relaciones socio-ecológicas, subordinando las políticas, regulaciones y la justicia ambiental al interés particular, cuestión que ha terminado por desencadenar una creciente ola de conflictos ambientales que enfrentan a comunidades con proyectos de inversión en diversas áreas: energía, agua, minería, agronegocio, industria forestal, inmobiliarias, entre varios otros ámbitos.
Este conflicto de paradigmas subyace a un conflicto epistémico previo, sobre el rol de la naturaleza y su relación con la humanidad, que a la vez son conflictos sobre distintas perspectivas sobre lo que se comprende por desarrollo, en el contexto de una crisis ecológica y climática a nivel global. Por ello, el debate en torno a la constituyente, ha puesto sobre la mesa la relevancia que tiene la discusión ambiental para (…)
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