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El presidente Salvador Allende llega a La Moneda

Naufraga el golpe y asume el “Gobierno Popular”

Después del atentado contra el general René Schneider del jueves 22 de octubre, el gobierno declara estado de emergencia, acuartelamiento de las FFAA y toque de queda en Santiago. El general Camilo Valenzuela comanda las tropas en la capital junto al director de Carabineros Vicente Huerta, el almirante Hugo Tirado controla Valparaíso, la Aviación está bajo el mando de Guerraty y García, todos golpistas. El país queda bajo el control de los conjurados.

El jefe de la CIA en Santiago, Henry Hecksher, envía un informe triunfalista: “el atentado contra Schneider entrega a las FFAA la última oportunidad para impedir la ratificación de Allende”. Recibe las felicitaciones de sus jefes William Broe y David Phillips: “hoy la solución militar es al menos una opción”. Y las Briefing Notes de la CIA del 23 dicen: “el ataque al general Schneider ha producido desarrollos que siguen de cerca el plan de [Camilo] Valenzuela: Schneider has been removed” los conspiradores “están comprometidos irrevocablemente, incluso si (Eduardo) Frei se niega a renunciar”.

En apariencia, basta dar la orden de “deponer” al gobierno y de “suspender” la votación del Congreso… Sin embargo, el repudio al atentado es tal que los generales golpistas no osan darla. Si lo hacen, habrá reacciones masivas. Sin duda una huelga general acompañada de acciones, con apoyo activo de la izquierda y también de parte del electorado DC. En el otro sector muchos condenarán la ruptura de la democracia y el golpe sería apoyado sólo por extremistas. Además, es probable que los militares apegados al constitucionalismo del general que agoniza, se negaran a participar en él. Ambas resistencias, la popular y la militar, podrían converger. Temerosos de no ser obedecidos y de una colosal reacción popular, los golpistas se desinflan.

El voto y el funeral
El sábado 24 se reúne el Congreso Pleno a las 10h30, para elegir los dos primeros. Los parlamentarios comunistas y socialistas han pasado la noche en lugares seguros para pro-tegerse de un eventual atentado.

El presidente del Senado, Tomás Pablo, llama a votar por orden alfabético. Hacia el mediodía anuncia el resultado: Allende 153; Alessandri: 35; Blancos: 7. La tarde, el Presidente electo recibe en su casa al cardenal Raúl Silva Henríquez, al Presidente Frei y su esposa, y a los comandantes en Jefe. La UP suspende los festejos programados para ese día en signo de solidaridad con el general Schneider y su familia.

Al día siguiente a las 7h50, muere el general Schneider. Sus restos son trasladados a la Escuela Militar y el 26 a la Catedral. Allí miles de personas, en su mayoría humildes, se inclinan ante la urna del símbolo del constitucionalismo de las FFAA. Sus funerales canalizan un torrente de emoción e indignación popular, en parte registrados en el documental Cómo, Por Qué y Para Qué se asesina a un General del cineasta cubano Santiago Álvarez (1971). Allende toma el lugar oficial del Presidente electo y va marchando junto a Frei.

La CIA financia la fuga
Ante el fracaso del golpe, Viaux solicita a la CIA 250 mil dólares para sacar de Chile a los im-plicados. El agente MacMaster informa que podrían “zafarse de esto” con 10 mil dólares. Finalmente, la Central destina 35 mil dólares a la “evacuación”. Así lo reconoce ante una comisión del Congreso, el año 2000.

Para borrar huellas, el 5 de noviembre el agregado militar Paul Wimert recupera las armas entregadas a oficiales chilenos utilizando la fuerza, dice. El almirante Tirado le devuelve los 50 mil dólares que le había entregado, pero el general Valenzuela se resiste; los recupera cuando lo apunta con un revolver. Luego va, con Hecksher, a arrojar al mar armas, municiones, gas lacrimógeno y máscaras. Los jefes de la CIA, Broe y Phillips, dan instrucciones de negar todo. Pero después del artículo del periodista Seymour Hersh el NY Times en septiembre de 1974, cada cual culpa al otro. La Casa Blanca dice ignorar; la CIA que sólo obedecía órdenes y que se había desvinculado de Viaux antes del asesinato. Henry Kissinger dice que él dio instrucciones de abandonar el proyecto y que nunca lo informaron de un golpe que comenzaría con el secuestro de Schneider. Lo que no es cierto. En el memorándum de una entrevista de Kissinger con el Presidente Gerald Ford, reconoce que “supimos que planeaban secuestrarlo” (a Schneider).

Los nuevos comandantes en Jefe
Terminado el funeral, Frei y Allende se reúnen en La Moneda. Frei –relata Allende– le ofrece la decisión sobre el nuevo comandante en Jefe, insinuando que podría ser un comandante, de izquierda. Allende: ¿quién es el general que sigue en antigüedad a Schneider? Frei: Carlos Prats, jefe de Estado Mayor. Allende: entonces quiero que sea Prats. Si acepta el “regalo” –acota Joan Garcés– provoca el retiro de los 21 generales de Ejército y probablemente no habría asumido la presidencia. Aunque Patricio Aylwin afirma que el “día de la muerte del general Schneider, Frei, sin consultar a nadie, nombró comandante al general Prats”, Garcés, Osvaldo Puccio y el propio general Prats confirman que Frei consultó a Allende.

LA investigación establece rápidamente que los generales Camilo Valenzuela, Joaquín García (FACH), y los jefes de la Armada y de Carabineros, Hugo Tirado y Vicente Huerta están implicados en el atentado contra Schneider, y hay sospechas del jefe de la FACH, Guerraty. Uno de los primeros actos del nuevo Presidente es llamarlos a retiro y nombrar a los segundos, como en el Ejército: en la Marina al almirante Raúl Montero; en la Aviación, al general César Ruiz; en Carabineros al general José Sepúlveda Galindo. Tres de los cuatro mostraran una lealtad ejemplar. Sólo el general aéreo traicionará los últimos días.

El inicio del boicot
Días antes de la asunción, el National Security Coucil (NSC) diseña el boicot del gobierno de Allende: acciones para dividir a la UP; estimular el éxodo de técnicos; apoyo a los medios que criticarán al gobierno para provocar una acción represiva y reclamar luego “libertad de prensa”; patrocinar programas para que los militares continúen siendo un poder independiente; afirmar que Investigaciones está controlada por cubanos; apoyo financiero a grupos anti Allende; acciones clandestinas para promover un clima de incertidumbre especialmente en el centro político que parece haber aceptado a Allende; una campaña de propaganda internacional sobre el debilitamiento del sistema democrático (166, 27/10).

Su primera concreción es la compra de 56% de las acciones de la Sociedad Periodística del Sur por democratacristianos de derecha. El Comité 40 aprueba, el 14 de octubre, “financiar la compra por un grupo de freistas” de un medio que será un “instrumento de oposición”. Esa semana desaparece El Diario Ilustrado (conservador), propiedad de SOPESUR, y el 28 de octubre nace en sus locales La Prensa.

Esos días un periodista del NY Times pregunta a Allende si mantendrá la “base militar” en la Isla de Rapa Nui de la 3 Air Force Tactical Applications Command, aceptada por Frei en 1964. Allende responde que los informes dicen que es sólo meteorológica, pero si hay algo más, su gobierno actuará con energía. Al parecer, hay algo más. Según el embajador Korry, en 1970 quedan 50 pilotos de los 120 que había en 1967. Demasiados para una base meteorológica. Washington, instigado por Korry, organiza el desmantelamiento infringiendo los acuerdos. Los materiales parten a Panamá, sin pasar por el Chile continental, y sin informar a la FACH ni al Gobierno, como correspondía (207, 19/2/1971).

Austeridad y ceremonia ecuménica
El 30, Allende presenta sus 15 ministros: hay 4 socialistas, 3 radicales y 3 comunistas; que participan por primera vez en un gobierno en el bloque “occidental” de la Guerra Fría, y por segunda vez en Chile. Cuatro son de origen obrero: Zorrilla, Barraza, Oyarce, y Cortés. Y el 1ro de noviembre precisa las reglas de austeridad: la paga máxima en la administración pública será de 20 sueldos vitales; los viáticos de comisión de servicio en el extranjero se reducen de de 80 a 15 dólares; se terminan las entradas liberadas al Estadio Nacional a parlamentarios y miembros del gobierno; y se elimina la onerosa costumbre de colocar un retrato del Presidente en las administraciones (restablecida por la dictadura y mantenida por los gobiernos de transición). A la salida, un reportero gráfico le pide “espere un momento excelencia”, a lo que el Presidente replica: “Excelencia no. ¡Compañero Presidente!”. Gran parte del pueblo lo llamará así los próximos tres años. Y después también.

A las 60 misiones que llegan a Chile para asistir a la ceremonia, se suman los países invitados con que Chile no tiene relaciones: China, Cuba, Vietnam del Norte, el Gobierno Provisional Revolucionario de Vietnam del Sur, Corea del Norte y la República Democrática Alemana. La Cancillería instala una oficina en el aeropuerto para otorgarles visa. Son invitados también 35 delegaciones de organizaciones de trabajadores de Asia, Europa y América Latina, intelectuales como Julio Cortázar o el escritor boliviano Néstor Taboada, la CUT y de la Sociedad de Escritores.

Llegan las felicitaciones de prácticamente todos los jefes de Estado, salvo de Nixon. Siguiendo la recomendación de Korry, la Casa Blanca envía una pequeña delegación encabezada por Charles Meyer. En su informe al Comité 40, dice que se reunió 45 minutos con Allende, una hora con Alessandri, dos horas con Frei quien “está sorprendido de que no hubiera habido un golpe”, y cinco horas con los ex ministros de Hacienda (Zaldívar), Interior (Rojas) y de Defensa (Ossa) (178, 13/11/1970).

El 3 de noviembre Allende recibe la banda presidencial en el Congreso y luego toma juramento a sus ministros. Opta por no utilizar la carroza en la que había llegado Frei y camina hacia la Catedral al Te Deum (acción de gracias) ecuménico. La ceremonia no forma parte del protocolo, pero lo ha pedido a la Iglesia considerando que “la mayoría del pueblo chileno es católico y yo tengo la obligación de respetar su fuero íntimo”. Pero esta vez es concelebrado por sacerdotes católicos, pastores evangélicos, anglicanos, luteranos, metodistas, pentecostales, del Ejército de Salvación, presbiterianos, y por rabinos, leyendo cada cual un pasaje de la Biblia. El cardenal habla de justicia y paz, y hace votos para que el progreso de todo el pueblo chileno continúe y se profundice. El gesto instaura tradición: en adelante los Te Deum de inicio de mandato serán ecuménicos.

Aunque los equipos de la UP encuentran La Moneda totalmente vacía, sin siquiera los números de teléfono internos, abren el Patio de los Naranjos a las organizaciones sociales que participaron en la campaña: una fiesta popular por la que pasan unas 3 mil personas.

Al atardecer, los artistas de izquierda organizan las Fiestas populares del Chile Nuevo, con 12 escenarios en diferentes lugares, con música, recitaciones, bailes. La alegría llega a las poblaciones periféricas. El valioso testimonio del sacerdote francés Michel Donabin, cura obrero de la población Violeta Parra, describe un desborde de alegría; aparecen numerosas escenas con espectáculos gratuitos; las personas humildes comprenden que algo importante ha ocurrido y están todos en las calles, festejando.

El día 4 hay una parada militar y el 5 una manifestación en el Estadio Nacional donde el Presidente recuerda, simbólicamente las figuras históricas que “vencen con nosotros” y los caídos “cuya tragedia atestigua por qué y para qué hemos llegado al poder”. Su gobierno, dice, busca: “crear una nueva sociedad en que los hombres puedan satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, sin que ello signifique la explotación de otros hombres”. Así se inicia la inédita experiencia del Gobierno Popular.

1. https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76v21/d162. En adelante, las referencias al sitio del Departamento de Estado figuran en el texto baja la forma: número de documento y fecha.
2. Kornbluh, 2003, Los EEUU y el derrocamiento de Allende. Una historia descalificada. Ed. B, 63-72
3. Aylwin in Alegría, 1989, Entre dos generales, 173
4. Prats, 1985, Testimonio de un soldado, Pehuén, 190; 195
5. Ercilla 27/10/1970; Korry, 1996, conferencia en el CEP
6. PS: Interior, José Tohá; Relaciones, Clodomiro Almeyda; Vivienda, Carlos Cortés; Secretario General, Jaime Suárez. PC: Hacienda, Américo Zorrilla; Economía, Obras Públicas: Pascual Barraza; Trabajo y Previsión Social, José Oyarce. PR: Minería, Orlando Cantuarias; Educación, Mario Astorga; Defensa, Alejandro Ríos. PSD: Tierras y Colonización, Humberto Martones; Salud, Oscar Jiménez. Indep: Economía, Pedro Vuskovic; MAPU: Agricul-tura, Jacques Chonchol; API: Justicia, Lisandro Cruz
7. Corvalán, 2003, El Gobierno de Salvador Allende, LOM, 20-21
8. Allende, abril 1971, in Textos de S. Allende (1971), www.socialismo-chileno.org/PS/sag/Discursos/discursos_lista.html, 143

*Historiador.

Este texto forma parte de una “Historia de la Unidad Popular” cuyo primer volumen será publicado por ediciones LOM,

Jorge Magasich

Historiador.

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