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Una tesis apreciada por los intelectuales del Oeste

¿Era antisemita Alemania Oriental?

En el debate sobre el racismo y la xenofobia que agita a Alemania, el antisemitismo ocupa un lugar aparte. A veces, su eco resuena ruidosamente, como en julio pasado, durante el juicio al autor del ataque contra la sinagoga de Halle, el 9 de octubre de 2019, que produjo dos muertos entre los pasantes. Halle se encuentra en el territorio de la antigua República Democrática Alemana (RDA), esa Alemania comunista nacida en 1949 y desaparecida en 1990. Aunque el asesino haya nacido tras la caída del Muro, este hecho consolidó a los partidarios de una tesis de moda: si los judíos vuelven a estar en peligro en la República Federal, la culpa es de la difunta RDA, como lo afirma por ejemplo el profesor de Ciencias de la Educación de Alemania (Occidental) Micha Brumlik (1). En un artículo titulado “¿Hasta qué punto la RDA era marrón [es decir, ‘nazi’]?”, el académico pone de manifiesto varios elementos incriminatorios: ese Estado descansaba en “estructuras jerárquicas autoritarias” que serían la prueba de una continuidad con el Tercer Reich; se habría negado a proceder a una “confrontación con su pasado”; habría reintegrado a antiguos nazis, chantajeándolos, para estar seguros de su fidelidad. Por último, la RDA, no contenta con no indemnizar a las víctimas del genocidio y al Estado de Israel, habría llevado a cabo una política antisionista sospechosa con el apoyo de judíos de Alemania Oriental. “El antisemitismo es el ‘socialismo de los imbéciles’, había declarado el dirigente socialdemócrata August Bebel. El antisemitismo es el socialismo de una dictadura llamada RDA, se siente uno tentado de completar”, concluye Brumlik (2).

Amenaza judeo-bolchevique
Resulta difícil encontrar una acusación más radical. Emérito académico, nacido de padres judíos alemanes que habían escogido volver a Alemania Occidental después de la guerra, Brumlik es una autoridad tanto en el seno de los círculos universitarios como en los medios de comunicación, que de buena gana difunden su voz. Vislumbrando en la RDA la “segunda dictadura antisemita del siglo XX”, Jeffrey Herf, un historiador estadounidense repite un sonsonete análogo: a partir de 1967, la RDA habría intentado destruir Israel con la ayuda de la extrema izquierda de Alemania Occidental (3). ¿Cómo? Realizando alianzas con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y los países árabes; vendiéndoles armas. Si bien la RDA era oficialmente antisionista –al tiempo que afirmaba el derecho a la existencia de Israel–, la equivalencia entre esa posición política y el antisemitismo sigue siendo un elemento de propaganda (4).

Si se exceptúa el período 1949-1953, en que la URSS de Josef Stalin se hundía en la paranoia antisemita, alentando a más de quinientos judíos a abandonar la RDA, la acusación de antisemitismo aún no había sido inscrita tan abiertamente en la cuenta de las fechorías de la Alemania comunista. Desde fines del siglo XIX y principios del XX, los nacionalistas más bien habían peleado contra la izquierda “judaizada” y la amenaza “judeo-bolchevique” (5). El odio al comunismo, al igual que el antisemitismo, era constitutivo de la ideología nazi, que concebía el marxismo como una creación judía que había que eliminar.

La respuesta a Brumlik provino de una ensayista nacida en Berlín Pankow –por lo tanto, al Este– diez años antes de la caída del Muro: Charlotte Misselwitz (6). Su texto evoca a la pediatra del hospital berlinés de La Caridad Ingeborg Rapoport, que falleció en 2017 a los 104 años. Exiliada en Estados Unidos bajo el Tercer Reich como judía y comunista, había escogido volver a su casa, en el Este, y hacer carrera en la RDA. Testigo de la multiplicación de actos xenófobos y antisemitas desde la reunificación, Rapoport proponía la explicación inversa a la de Brumlik y Herf: la RDA, ¿no se había reunificado con la República Federal de Alemania (RFA), un país donde antiguos nazis habían podido hacer carrera en puestos elevados? A su juicio, los judíos no estaban en peligro en tiempos de la RDA; ¡pero volvían a estarlo ahora!

Para los partidarios de la RDA antisemita, es un disparate. Harry Waibel, un historiador (occidental) que consagró su carrera a pintar la Alemania Oriental de marrón, dice haber sacado cifras abrumadoras de archivos a los cuales habría sido el primero, incluso el único, en tener acceso: la Stasi (la policía política de Alemania Oriental) habría consignado 7.000 delitos racistas y antisemitas, entre los cuales 145 profanaciones de cementerios judíos y 200 “ataques tipo pogromo” sobre el conjunto del territorio, así como “diez linchamientos en 400 ciudades”. Si bien las barras bravas, en forma paralela a los partidos de fútbol, y la exhibición de signos nazis, eran conocidos, la amplitud que les atribuye Waibel sorprendió a los ciudadanos de la antigua RDA. Por cierto, las autoridades mostraban menos entusiasmo en reprimir a los delincuentes neonazis que a los opositores al régimen, pero las cifras puestas de manifiesto por el historiador siguen siendo cuestionables. Y ninguna búsqueda análoga fue llevada a cabo en la antigua RFA, donde, pese a la “confrontación con el pasado”, el anticomunismo del Estado implicó una gran indulgencia tanto frente a los antiguos nazis como a los neonazis.

Neonazis en la policía (...)

Artículo completo: 2 681 palabras.

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Sonia Combe

Historiadora. Autora de La Loyauté à tout prix. Les floués du “socialisme réel”, Le Bord de l’eau, Lormont, 2019.

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