Menos conocida que la Camorra napolitana o Cosa Nostra, de Sicilia, la ’Ndrangheta, la mafia calabresa, es sin embargo una de las más temibles. Imperio económico y político, que controla amplios territorios, es actualmente objeto de un juicio histórico. Pero la represión no será suficiente si no se atacan también las raíces de esta criminalidad organizada.
El “maxi juicio” que comenzó el pasado 13 de enero en el tribunal-bunker de Lamezia Terme, en la provincia de Catanzaro, en Calabria, la región más pobre de Italia, invita a una reflexión sobre la Mafia y sus diversos componentes –la ’Ndrangheta (la mafia calabresa), pero también Cosa Nostra (Sicilia), la Camorra (Nápoles) y Sacra Corona Unita (Apulia).
La escenografía es imponente: 355 acusados, 438 cargos imputados, 600 abogados, 30 partes civiles; periodistas del mundo entero que se agitan en un inmenso call-center de 3.300 metros cuadrados transformado en un tribunal ultraconectado y protegido. Es dentro de este teatro monumental que el Ministerio Público, a través del fiscal Nicola Gratteri, pretende sacar a la luz las relaciones de la ’Ndrangheta con el ámbito político, la franco masonería –que parece servir de intermediaria para establecer los contactos con las elites locales– y el mundo de los negocios. Las acusaciones sobran: asociación ilícita, homicidios, extorsión, usura, lavado de dinero, malversación de fondos públicos... Este juicio, culminación de cuatro años de investigaciones marcadas por amenazas de muerte contra el fiscal (que vive con protección reforzada) fue bautizado “Rinascita-Scott” –rinascita, “renacimiento”, con la esperanza de que la región pueda liberarse de la Mafia; y “Scott” en homenaje a Sieben William Scott, un agente del Federal Bureau of Investigation (FBI) muerto en 2015 que le permitió a Gratteri desentrañar los lazos entre los cárteles de la droga colombianos y la ’Ndrangheta.
Este 13 de enero, el fiscal madruga. Delante de las cámaras desde las 8:30hs, subraya la necesidad de avanzar rápido (sobre todo para evitar la prescripción) e invita a la opinión pública a considerar a los magistrados y a los miembros de las fuerzas del orden como “personas en quienes se puede confiar”. Pero, mientras habla, una multitud de imágenes vuelven a la memoria. Innumerables asuntos oscuros y confusos, estadísticas, informes parlamentarios (el primer informe consagrado a la Mafia es de 1876), galerías de personajes, héroes, delincuentes, magistrados; todos fragmentos de la historia italiana, ese país en el que existe desde 1962 una Comisión parlamentaria anti-Mafia y que dispone de múltiples cátedras dedicadas al fenómeno (en la Universidad de Pavía, de Roma...).
Pensamos también en las imágenes de otro “maxi juicio”, el de Cosa Nostra en Palermo en 1986-1987, el primero del género en testimoniar la verdadera voluntad de intervención del Estado y que culminó con condenas muy pesadas (un total de 2.665 años de reclusión). Finalmente, volvemos a ver las imágenes pesadillescas de la respuesta de la Mafia a ese mismo juicio: una porción de la autopista siciliana hecha trizas con 500 kilos de explosivos, el 23 de mayo de 1992, en un atentado que vio morir al juez Giovanni Falcone, a su esposa y a sus tres guardaespaldas. Esta tragedia marcó la historia italiana. Después de este “maxi atentado”, el Estado reforzó significativamente la lucha anti-Mafia. Cosa Nostra le puso fin gradualmente a su espectacular estrategia de ultra-violencia, inaugurando, bajo el reino del nuevo “boss” Bernardo Provenzano (1995-2006), que le sucedió a Salvatore “Toto” Riina, su estrategia de los abismos: actuar en inmersión, en las profundidades.
Si el aspecto fuera de norma de estos juicios pone en escena el poder del Estado y su determinación a desplegar su arsenal represivo, plantea asimismo numerosas preguntas: ¿cómo y cuándo se terminará el juicio Rinascita-Scott (el de Palermo duró cerca de cinco años)?, ¿cuántos acusados serán finalmente condenados y a qué penas?, ¿cuáles serán las consecuencias económicas y políticas? Pero, sobre todo: ¿Qué es la Mafia?
Una montaña de mercancías
Para Giuseppe Pitrè, “el sentido que esta palabra finalmente adquirió es casi imposible de definir” (1). Este especialista de las tradiciones populares sicilianas evoca una “sensibilidad mafiosa”, es decir, una cierta visión de la vida, reglas de comportamiento, una manera de hacer justicia fuera de las leyes y del Estado. En El día de la lechuza, en 1960, el escritor Leonardo Sciascia definía a Cosa Nostra como “un sistema que administra los intereses de poder de una clase que […] podemos definir como burguesa; que nace y se desarrolla únicamente en el vacío del Estado, pero al interior del Estado. La Mafia, en resumen, no es más que una burguesía parasitaria, una burguesía que no emprende sino que explota” –al tiempo que afirmaba aquello que también llamó la “sensibilidad (…)
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