En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

Una historia que se construyó poco a poco

Las figuras de la derecha israelí

Durante mucho tiempo un minoritario, el Likud se impuso poco a poco como la primera fuerza política de Israel. Un ascenso que se debe en gran parte a la personalidad de sus dirigentes. Se trate de Menahem Begin, el primero que le ganó a la izquierda, de Yitzhak Shamir, antiguo jefe de una organización terrorista, o de Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro, todos trabajaron para intensificar la colonización de los territorios palestinos.

La primera victoria del Likud
El 17 de mayo de 1977, el Partido Laborista pierde las elecciones y, por primera vez desde la creación del Estado de Israel, el poder pasa a la oposición de derecha. El Likud está a cargo. Menahem Begin, el nuevo Primer Ministro, está a favor de la anexión de los territorios palestinos. Es un sostén fiel de Gush Emunim (“Bloque de la Fe”), la organización sionista religiosa cuyo objetivo es desarrollar la colonización de Cisjordania. En Kol Israel (“La Voz de Israel” (1)), esto significa un nuevo vocabulario. No hay que decir más “Cisjordania”, sino “Judea-Samaria”; el término “colonias” en principio estará prohibido. Debemos hablar, todo lo que se pueda, no de “implantaciones”, sino de “localidades” judías. Es aún facultativo, y no siempre uso el vocabulario “recomendado”, que, para mí, no alcanza a disimular la realidad de la ocupación de los territorios palestinos.

En estas condiciones, mis comentarios y mis reportajes no siempre tienen la suerte de agradar a los numerosos israelíes de origen francés. Particularmente al profesor André Neher. Personalidad importante del judaísmo francés, inmigrante reciente instalado en Jerusalén, encuentra mis intervenciones inadmisibles. Mucho más tarde yo mismo descubriría las advertencias que había lanzado luego de la Guerra de los Seis Días de junio de 1967 a “los teóricos de la izquierda pura, [y a] muchos intelectuales judíos de la diáspora que reivindican el derecho de criticar a Israel, sin darse cuenta del mecanismo mortalmente peligroso en el cual aceptan entrar […]. Por más matices que haya, estar contra Israel, en este punto preciso, es estar verdadera y fatalmente contra Israel, es contribuir a la condena de Israel, cuyas repercusiones sobre el conjunto son peligrosamente impredecibles. Estas ‘críticas’ son por lo tanto nocivas, por lógica pura” (2).

Ya le disgustaban las noticias que publicaba la prensa israelí sobre la represión de la resistencia a la ocupación y el inicio de la colonización en los territorios palestinos durante los años que siguieron a la Guerra de los Seis Días. Para lo que ya era una derecha judía, los medios de comunicación debían autocensurarse, no mostrar lo que ocurría en el territorio. Hoy Neher y sus amigos combaten toda crítica a la colonización desarrollada por Begin y Ariel Sharon.

Begin y la paz con Egipto
Algunos meses más tarde, un acontecimiento central va a conmocionar a Medio Oriente y a sacudir la visión profundamente anclada en la conciencia colectiva de los israelíes sobre un mundo árabe con el cual la paz es, en el mejor de los casos, un sueño irrealizable. El 9 de noviembre de 1977, el presidente egipcio Anuar El Sadat anuncia durante un discurso frente al Parlamento de su país que está listo para ir a la Knesset (el Parlamento israelí), en Jerusalén, “si eso permite evitar la muerte de un soldado o un oficial egipcio”. Para los periodistas de Kol Israel, parece totalmente incongruente. ¿El rais en Jerusalén? Begin le responde esa misma tarde diciendo que está listo para recibirlo. Este acercamiento entre dirigentes enemigos continúa durante varios días. En el seno de la redacción, se lo analiza a lo sumo como un gran ejercicio de relaciones públicas, y una broma suscita la hilaridad: “¡Sadat irá a Yad Vashem!” (3). Era inimaginable. Algunas semanas antes, el rais había declarado que estaba listo para sacrificar un millón de soldados con el fin de recuperar su tierra, el Sinaí. El viernes 18 de noviembre de 1977, a media mañana, estoy en el aeropuerto Ben Gurión para cubrir la llegada de la delegación preparatoria proveniente de El Cairo. Por primera vez en la historia un avión oficial egipcio aterriza en Israel. La visita se llevará a cabo […] Dos días después, en el estrado de la Knesset, Sadat declara: “La paz sólo será real a condición de que esté fundada sobre la justicia y no sobre la ocupación de los terrenos de otros”. Insiste “en la necesidad de un retiro total de los territorios árabes”, incluido Jerusalén Este, y en la creación de un “Estado palestino”.

El 17 de septiembre de 1978, bajo el liderazgo del presidente estadounidense James Carter, Begin y Sadat firman solemnemente los Acuerdos de Camp David. Egipto va a recuperar la totalidad del Sinaí (4) y alcanzar un Tratado de paz en buena y debida forma con Israel. Pero hay que volver sobre esos textos titulados “Acuerdo-marco para la paz en Medio Oriente”. Una frase sobresaltó a la derecha israelí, que se la reprochará por mucho tiempo a Begin: “Los palestinos participarán en la determinación de su propio futuro”. ¿Cómo? Primero, durante un período transitorio de cinco años al principio del cual “los habitantes de la (...)

Artículo completo: 2 694 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de mayo 2021
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl

Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl

Charles Enderlin, enviado especial

Periodista. Autor, entre otras obras, de Au nom du temple. Israël et l’irrésistible ascension du messianisme juif (1967-2013), Seuil, París, 2013.

Compartir este artículo