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El impacto de los resultados de las elecciones de mayo

La constituyente y un posible inicio

Ciertamente no se vive de la esperanza, pero sin ella la vida sabe insípida y resulta algo más difícil reconocer y disfrutar momentos en que algo similar al porvenir se asoma sigiloso. Hoy, el tiempo de una nueva Constitución para Chile adviene y, con ello, se ha comenzado a matizar el gris determinismo mercantil que por más de 30 años ha teñido la vida cotidiana de millones de chilenos y chilenas.

“La esperanza es como la sal, no alimenta pero da sabor al pan”
José Saramago, Ensayo sobre la lucidez.

Para hacernos una idea más cercana y, quizás, más completa de lo que viviremos de aquí en adelante, es necesario -estrictamente necesario- recordar y tener presente la vorágine de la que surge: el salto de un torniquete, en una estación de metro. Pues no ha emanado de un pacto parlamentario -como se jactan algun@s para enrostrarnos sus protagonismos- sino del cansancio y hastío de un inmenso pueblo que decidió interrumpir la fastuosa fiesta que mantenía la elite criolla, entremezclando sus colores y estandartes políticos. Dado este origen, es que el espacio constituyente se ha vuelto un lugar ‘incalculable’ para aquella casta de ‘políticos profesionales’ acostumbrados a legislar jugando a un sastre que se hace el traje a su medida: a eso llamaban ‘acuerdos’ o ‘consenso’.

La votación del pasado 15 y 16 de mayo puso sal a la calculada receta que nos ofertaron originalmente. La alta cantidad de independientes electos abre la posibilidad de sacudir el molde de la planificación institucional y proponernos, a partir de ello, un horizonte democrático basado en comprensiones de las interacciones humanas diferentes y distantes de aquellas limitadas a la administración gerencial, promotora de una cultura individual y competitiva en todas las esferas de la vida. El desafío es refundacional y, como tal, se encuentra lejos de ser una tarea puramente técnica y alejada de la ciudadanía y sus organizaciones. En tal sentido, la composición de la Convención Constitucional, que alberga -ahora- a una importante cantidad de mujeres y hombres no considerados en las planillas de la inercia electoral, debiese contribuir fuertemente al impulso democratizador estructural de nuestra sociedad que habrá de conjugarse en, a lo menos, dos ámbitos centrales: por un lado, lo que entendemos por ‘persona y su dignidad’ y, por otro lado, la cuestión del ‘poder’.

La familia
En relación con lo primero, cabe señalar que -sin duda- nuestra sociedad contiene una enorme heterogeneidad y esto debe ser una premisa base en el debate constituyente. No se trata solo de concebir formal y abstractamente la diversidad, sino de tener en cuenta su materialidad y devenir dentro de la comunidad política que conformamos. En términos simples, no podemos seguir evadiendo el reconocimiento a la (...)

Artículo completo: 1 428 palabras.

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Manuela Royo y Felipe Berríos

Manuela Royo es abogada, 35 años, activista de MODATIMA, elegida constituyente en el Distrito 23 como independiente, en un cupo del Partido Igualdad, en la lista Apruebo Dignidad.
Felipe Berríos es Doctor en Filosofía Política.

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