En la primavera de 2021 estallaron manifestaciones en Irlanda del Norte, particularmente en los barrios unionistas, fieles a Londres. Desde el sí al Brexit, en 2016, la nación norirlandesa está en el centro de las negociaciones entre Londres y Bruselas. Con un claro vencedor: el bando favorable a la reunificación, al que la picardía del primer ministro Boris Johnson le devolvió las esperanzas.
Aún se desconoce cuál es el alcance de las consecuencias del Brexit para Irlanda del Norte. Pero, de momento, ya se ha cobrado varias víctimas: el Partido Unionista Democrático (DUP, en inglés) y, de manera general, el conjunto de los partidarios de la tutela británica sobre Belfast y su región. Cuando Arlene Foster heredó la dirección del DUP, en diciembre de 2015, todo parecía favorecer a su partido y a la causa que defendía. En 2007, tras años de tergiversaciones, el DUP había aceptado compartir el poder con el Sinn Féin. Dos años antes, el brazo armado de este último, el Ejército Republicano Irlandés (IRA, en inglés), había depuesto las armas y declarado un cese del fuego permanente.
Algunos ex aliados del reverendo Ian Paisley, el fundador del DUP, habían visto en este acuerdo una forma de capitulación frente al nacionalismo y al IRA; pero no todo el campo unionista. Con los dos escrutinios regionales que siguieron, en 2007 y 2011, el DUP cimentó su posición de primer partido unionista y de fuerza política dominante en Irlanda del Norte, con alrededor del 30% de los votos. En las elecciones de mayo de 2016 –las terceras desde que el DUP había aceptado compartir el poder, que tuvieron lugar poco después de la llegada de Foster a la cabeza del mismo–, el partido cayó menos de un 1%, con un resultado (29,2% de los votos) muy superior al del Sinn Féin (24%).
Además de estos resultados positivos, los militantes del DUP podían alegrarse del hecho de que no existía ninguna amenaza seria a la unión entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña (1). El Sinn Féin, cuyo principal objetivo continúa siendo la emancipación de Londres, admitía que la unidad irlandesa no podría lograrse sin obtener primero un apoyo mayoritario en el Norte. Ahora bien, en una encuesta realizada en enero de 2013, el 65% de los encuestados afirmaba que, en caso de un referéndum, votarían por permanecer dentro del Reino Unido. Sólo el 17% sostuvo que quería la reunificación con la República de Irlanda (2).
Un mes después de la elección de la Asamblea de Irlanda del Norte, en 2016, los electores británicos eligieron, no obstante, abandonar la Unión Europea (UE). Los votos ingleses, favorables al Brexit (53,4% de los votos), diluyeron el “no” norirlandés que, sin embargo, fue claro e inequívoco (55,8%). A diferencia de la mayoría de los partidos locales, que defendían el “Remain” (permanecer dentro de la UE), el DUP se alegró de estos resultados y se esforzó por defender el Brexit, a pesar de la conmoción que suscitaba. Una estrategia desastrosa.
Vaticinan derrota
Cinco años atrás nadie habría podido imaginar que hoy, mientras Foster cede su cargo, el futuro resultaría tan sombrío para el DUP. En las elecciones de 2017, el partido estuvo a un millar de votos (sobre un electorado de alrededor de 1,25 millones de personas) de perder el primer lugar a manos del Sinn Féin. Por primera vez en la historia de Irlanda del Norte, los unionistas no obtuvieron la mayoría de los escaños. El próximo escrutinio tendrá lugar en mayo de 2022. De momento, las encuestas anticipan una fuerte derrota del DUP frente al Sinn Féin, con una caída de alrededor del 9% con respecto a su resultado de 2017.
En paralelo, el apoyo de la perspectiva de una reunificación irlandesa va en aumento. Sin dudas, la unión no sufre de ninguna amenaza inminente, pero la relación de fuerzas en este asunto ya no le permite a sus partidarios mostrarse confiados. Aun sin referéndum en el futuro próximo, el Protocolo de Irlanda del Norte, que figura en el acuerdo que firmó el primer ministro británico Boris Johnson con la Unión Europea en diciembre de 2020, ha debilitado los lazos entre Belfast y Londres. De ahora en más, los acuerdos comerciales y las relaciones con Bruselas serán diferentes de uno y del otro lado del Mar de Irlanda.
Sam McBride, responsable de la sección política del periódico News Letter, resume la crisis que atraviesa el campo unionista –al que su periódico pertenece–, tras la partida de Foster: “Si el próximo líder del DUP logra reparar los daños del período Foster –con respecto a la credibilidad del partido, de la Asamblea de Irlanda del Norte, de la Unión–, habrá tenido éxito. Pero lo más probable es que no lo logre. El DUP ya no está en condiciones de reconquistar lo que se perdió. A fin de cuentas, no se trata del historial de Foster ni del perfil de su sucesor, sino del futuro del Reino Unido. Si el próximo líder del partido fracasa tan escandalosamente, el siguiente cargará con un legado (…)
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