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La interesada filantropía del ex primer ministro británico

El Instituto Tony Blair, un negocio africano

Tras su salida del 10 Downing Street, en 2007, Anthony Blair se dedicó a monetizar, a través de sus actividades de asesor y conferencista, el prestigio de su antigua función y de su agenda de contactos. Frente a las polémicas, el ex primer ministro británico se centró en la filantropía, esperando restaurar una reputación en caída libre. Sin mucho éxito...

En Malí, la soberanía nacional no es broma. Cuando, el 23 de marzo de 2021, el gobierno surgido del golpe de Estado del 18 de agosto de 2020 (1) anunció que había pactado una cooperación “de asistencia técnica” con el Tony Blair Institute for Global Change (TBI), que lo asesoraría en la redacción de una nueva Constitución, a los patriotas se les heló la sangre. En un panfleto publicado en su página de Facebook, Brahima Fomba, especialista en derecho constitucional, se indignaba al ver a expertos extranjeros, a quienes comparaba con “buitres”, sentarse en la misma mesa que los ministros, magistrados y altos funcionarios malíes. En una conferencia de prensa celebrada el 22 de mayo de 2021, Choguel Maïga, uno de los líderes de la coalición opositora Movimiento del 5 de junio - Agrupación de las Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), denunciaba una decisión “desafortunada”, que calificaba de “injuria a la inteligencia de nuestro pueblo, al honor y a la dignidad de los funcionarios malíes”.

En noviembre de 2020, con el gobierno de transición apenas instalado, los emisarios del instituto dirigido por Antony Blair visitaron Bamako. El pequeño ejército de tecnócratas egresados de las mejores escuelas británicas que dirige el TBI incluye excelentes comerciantes que, en palabras de un antiguo colaborador, “venderían arena a un beduino”. El propio ex primer ministro británico ultimó la operación de seducción al reunirse con el presidente interino Bah N’Daw el 22 de marzo. Tras el encuentro, Blair se mostró muy satisfecho y llegó a afirmar, contra toda evidencia, que el período de transición era “propicio para sentar las bases de la estabilización” del país. Dos meses más tarde, el 24 de mayo, N’Daw y su equipo fueron destituidos de sus funciones en un nuevo golpe, y el TBI suspendió su misión.

En busca de contratos
Si esta breve cooperación provocó la cólera de personalidades locales, también suscitó la incomprensión de varios directivos actuales y antiguos del TBI. “No tenía ningún sentido –sostiene uno de ellos, que pide mantener el anónimato–. El instituto se jacta de trabajar en reformas a largo plazo y en profundidad. Este no es el papel de un régimen de transición. Muy por el contrario. Sin olvidar que asistimos a un proceso muy militarizado”. Esta colaboración antinatural ilustra la frenética búsqueda de contratos que lleva adelante Blair en el continente africano, incluso con regímenes poco respetuosos de los derechos humanos o cuya legitimidad es endeble.

Cuando lanzó el TBI en 2016, el ex primer ministro insistió en el carácter no lucrativo de la nueva organización y en que no obtendría ningún beneficio o salario. Con ello pretendía hacer olvidar las polémicas que suscitaron las actividades que desarrolla desde el fin de su mandato. En efecto, cuando abandonó el número 10 Downing Street en junio de 2007, dejando tras de sí un Partido Laborista en ruinas, Blair utilizó los valiosos contactos acumulados durante su década como líder del Reino Unido para dedicarse a los negocios a nivel internacional. Creó una miríada de empresas de consultoría y de sociedades de capital mixto (joint-ventures): Tony Blair Associates, Windrush Ventures Ltd, Firerush Ventures Ltd, etc. Firmó contratos lucrativos con multinacionales y gobiernos a los que asesoró a precios de oro: JP Morgan, Zurich Financial, LVMH, el fondo de inversión emiratí Mubadala, el Kazajistán de Nursultán Nazarbaiev, el Egipto de Abdelfatah El Sisi (2)... Dictó múltiples conferencias, con honorarios que a menudo superaban los 100.000 euros. Al mismo tiempo, lanzó una organización sin fines de lucro, Africa Governance Initiative, que ofrecía gentilmente sus servicios a los Estados africanos.

Según The Guardian, habría amasado en pocos años una fortuna de al menos 27 millones de libras (más de 31 millones de euros) y construido un imperio inmobiliario estimado en varios millones de euros: una decena de casas y veintisiete departamentos (3). Si bien jura que su motivación no es acumular una fortuna personal, en el Reino Unido se multiplican las polémicas. Se acusa a Blair de no pagar sus impuestos, de mezclar negocios y filantropía, de hacer crecer a uno en beneficio del otro, e, incluso, de aprovechar su condición de emisario del Cuarteto de Medio Oriente (4) para hacer negocios.

Baja popularidad
En 2016, en (...)

Artículo completo: 2 369 palabras.

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Rémi Carayol

Periodista.

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