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Una dictadura olvidada

Guinea Ecuatorial y el “franquismo tardío”

El 28 de mayo de 2021, en Barcelona, la biblioteca Ignasi Iglésias-Can Fabra ofició de anfitrión para la proyección del documental El escritor de un país sin librerías, realizado por el español Marc Serena. El evento acompañaba un ciclo de conferencias dedicadas a las antiguas colonias españolas de África: el Sahara occidental y Guinea Ecuatorial. El film cuenta la trayectoria del escritor ecuatoguineano Juan Tomás Ávila Laurel, instalado desde 2011 en Cataluña. Laurel, de 55 años, del cual dos novelas fueron traducidas al francés (1), es uno de los autores más conocidos de la pequeña escena literaria ecuatoguineana (junto con Donato Ndongo) y de su diáspora de al menos 13.000 connacionales registrados en España.

Bajo el yugo
Guinea Ecuatorial era un “elemento clave del régimen franquista y de sus aspiraciones de grandeza, pero económicamente era una colonia marginal”, nos explica el antropólogo catalán Gustau Nerin, profesor de estudios africanos en la Universidad de Barcelona. Las dos antiguas provincias autónomas españolas de Rio Muni (en el continente) y Fernando Poo (una isla a 30 kilómetros de la costa, hoy isla de Bioko, de donde el Estado ecuatoguineano extrae sus recursos petroleros) accedieron a la independencia, reunidas en un solo país, el 12 de octubre de 1968. Pasaron así del franquismo a la presidencia autoritaria y sangrienta de Francisco Macías Nguema, que luego sería derrocado en agosto de 1979 por su sobrino, Teodoro Obiang Nguema (2). Con 79 años, el dictador bate el récord continental de longevidad en el poder: 42 años en agosto de 2021: “Para mí –resume Nerin– existen tres tipos de regímenes políticos a nivel mundial: el liberalismo, que pretende que el Estado no se inmiscuya en la economía; el socialismo, que preconiza que el Estado proteja a los pobres; y el régimen guineano, en el cual el Estado protege, subvenciona y defiende a los ricos”.

El 11 de febrero de 2011, en la estela del levantamiento tunecino, Laurel se hizo famoso cuando inició una huelga de hambre en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. El país recibía entonces al presidente de las Cortes, el parlamento español, José Bono Martínez, miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en visita oficial. “Quería llamar la atención del gobierno español sobre la situación de los derechos humanos en Guinea Ecuatorial –nos cuenta Laurel, que encontró asilo en Barcelona– e incitarlo a presionar para organizar instituciones de transición en la que no estuviera ningún miembro del régimen”. Pero, en esos tiempos, Madrid quería ante todo reforzar los lazos económicos con su antigua colonia de África Central, convertida en el tercer productor de petróleo de la África subsahariana (3). Finalmente, la movilización del parlamento regional catalán y de intelectuales occidentales como Noam Chomsky (4) permitieron a Laurel volar a España, mientras el portavoz del gobierno ecuatoguineano intentaba minimizar el golpe de efecto de la situación.

Instalado desde aquellos acontecimientos en las afueras de la metrópolis catalana, en el medio de las colinas, Laurel nos comparte sus preocupaciones. Algunas semanas antes de nuestro encuentro, el 7 de marzo, hacia el final de la tarde, Nkoantoma, un barrio de Bata donde se aloja un importante cuartel militar, había sido devastado por cuatro explosiones. Esta catástrofe, causada según fuentes oficiales por una quema de pastos “mal manejada y próxima a un stock de explosivos”, habría provocado 107 muertos y 600 heridos, pero probablemente estas cifras se estimaron a la baja. “Pensaba que Guinea Ecuatorial se iba a rebelar luego de este drama –explica el escritor–. Desgraciadamente no pasó nada. Desde Franco, sólo conocimos dictaduras y vivimos en un sistema construido sobre el miedo”. El Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), del presidente Obiang, detenta 99 de los 100 escaños de la Cámara de Diputados y el 100% del Senado. La oposición exiliada en España explotó en un puñado de grupos políticos dominado por los socialdemócratas de la Convergencia para la Democracia Social, el único partido que se manifiesta todavía en su país natal, pero desprovisto de influencia en una vida política blindada. Los militantes de la etnia fang, que sostienen la radio digital La Voz de los Sin Voz, reconocen un cierto desaliento: salvo que haya un golpe palaciego, Teodoro Obiang, alias Teodorino, de 53 años, el primogénito del dictador y actual vicepresidente, será su sucesor en el (...)

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Jean-Christophe Servant

Periodista. Autor, junto con Anne-Cécile Robert, de Afriques, Années Zéro. Du bruit à la parole, L’Atalante, Nantes, 2008.

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