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Políticas públicas en ciencia, tecnología e innovación

¿Y si creamos un “Banco Central” de la Ciencia y la Tecnología?

Históricamente, la relación de la ciencia con los distintos poderes, religioso, político y económico, no ha sido sencilla. Existen ejemplos dramáticos de ello, como el caso del astrónomo y teólogo Giordano Bruno, condenado a la hoguera en Roma por sacrilegio; o del químico, biólogo y economista francés Antoine de Lavoisier, considerado el fundador de la química moderna, que fue juzgado y decapitado durante la Revolución Francesa.

Hoy, en medio de tiempos tan excepcionales, el mundo vive una nueva revolución científica, tecnológica y de transformación industrial. Y nuestro país comparte la aspiración de llevar a cabo innovaciones científicas, tecnológicas y culturales que nos permitan enfrentar exitosamente los desafíos que nos proponen nuestras complejas geografía y realidad ambiental. Eso requiere un esfuerzo conjunto de distintos componentes de la sociedad, entre ellos por cierto los investigadores, para dar paso a la formulación de políticas públicas consensuadas y consistentes en el campo de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI). De allí la necesidad de establecer acuerdos de trabajo conjunto entre diferentes espacios: político, académico y sector privado, para avanzar de forma armónica hacia el futuro, con respeto a consideraciones éticas fundamentales.

Este camino ya ha sido parcialmente recorrido, con éxito, por otros países. Hace ya dos décadas, cuando el Consejo Europeo aprobó la llamada Estrategia de Lisboa (marzo de 2000), declaró que su objetivo principal era la transformación de la Unión Europea en la economía más competitiva a nivel mundial basándose en la promoción de la excelencia científica y tecnológica. Para ello establecieron tres líneas de acción: el área económica, con énfasis en las TIC y en la expansión de los gastos en I+D; el área social, priorizando la inversión en capital humano e inclusión social; y el área ambiental, con compromisos concretos relativos al medio ambiente y la protección de los recursos naturales.

Ese modelo ha servido de base también a los esfuerzos de los países latinoamericanos y así lo refleja también la actual política CTCi en Chile, subrayando que “la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación son agentes transformadores claves para alcanzar un desarrollo integral y sostenible, y que contribuyen a trazar un camino propio para mejorar la calidad de vida de las personas y desarrollar los territorios”.

Hoy estamos frente a múltiples desafíos, como son el cambio climático, la salud, la producción sustentable, y tenemos la oportunidad única de sentarnos a conversar sobre el futuro que queremos, también en el campo de las CTI. (...)

Artículo completo: 1 343 palabras.

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Dora Altbir D.

Premio Nacional de Ciencias Exactas 2019 Académica USACH, Directora Fundación Cedenna.

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