“Este es un mundo al revés. Este es un mundo de mierda. Pero no es el único mundo posible”.
Eduardo Galeano, entrevista a #acampadaBCN, un movimiento social ocurrido en Barcelona en 2011 En el mundo occidental, la alarma por la disminución de los recursos naturales y la necesidad de frenar el crecimiento económico apareció por primera vez en la década de 1970 con la publicación del informe Los límites del crecimiento en 1972. Ese mismo año, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en Estocolmo discutió el medio ambiente y el desarrollo como conceptos interrelacionados. Esta conferencia también fue fundamental para promulgar la idea de que se puede lograr el crecimiento económico sin dañar necesariamente el medio ambiente. El término “sustainable development” finalmente se introdujo en 1987, en el informe Our Common Future, también conocido como el informe Brundtland. Sin embargo, debe señalarse que la década de 1970 también fue testigo del surgimiento del ambientalismo moderno en el mundo occidental con la publicación de Silent Spring de Rachel Carson.
En el ámbito académico, la década de 1990 fue testigo del surgimiento de los discursos del postdesarrollo. Basándose en teóricos postestructuralistas como Foucault, los defensores de los discursos de postdesarrollo argumentan que el desarrollo y su terminología asociada deben entenderse como un discurso dominante y que este discurso que surgió en el Norte Global busca definir, limitar y explotar el Sur Global. Sin embargo, los críticos del discurso del postdesarrollo argumentan que el desarrollo no es una entidad monolítica y todopoderosa. El Sur Global se ha resistido al discurso del desarrollo a través de “re-imaginaciones locales, voces alternativas y diferentes visiones del mundo”.
Complementando lo anteriormente mencionado, los cambios climáticos experimentados en diferentes partes del planeta indican que la Tierra pronto puede volverse inhóspita para la vida humana. Lo que antes parecía más el argumento de una película de ciencia ficción ahora es una realidad urgente que forma parte cada vez más del debate político y académico. Actores políticos, como Greta Thunberg y el líder yanomami Davi Kopenawa, nos han hecho reflexionar sobre temas fundamentales a escala global: ¿Cuáles son las condiciones de vida en el planeta Tierra en un futuro cercano? ¿Cómo mantenemos la vida humana en la (paradójicamente) llamada era del Antropoceno?
Al mismo tiempo que tales preguntas se consideran fundamentales para la contemporaneidad, las respuestas a las mismas parecen lejanas, intangibles, bajo el paradigma actual. Como elabora Eduardo Galeano al comienzo de este texto, este parece un mundo al revés: el aumento de las ansiedades globales no parece producir cambios importantes en las formas en que pensamos y vivimos (con) la Tierra. Santos (2016) formuló esta aparente paradoja a través de lo (…)
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