El mundo vive una fase elevada de inflación, iniciada el 2021 y que se encuentra actualmente en pleno desarrollo. Esta etapa sigue a otra de niveles bajos sumamente prolongada. Este período fue aprovechado en el país para sostener la afirmación de que ese curso reducido sería una consecuencia en lo fundamental de la autonomía del Banco Central, sin proporcionar argumentos que lo demostrasen. Salvo destacar que ello se evitaría por disposiciones establecidas en la Ley Orgánica Constitucional del Banco Central (LOC), promulgada en los años de dictadura, prohibiendo que concediese financiamiento al fisco o empresas del Estado.
Obviamente, esta afirmación dejó de hacerse cuando comenzó a elevarse la inflación. Menos todavía se le utilizó cuando alcanzó cifras de dos dígitos. Más aún, quedó en evidencia claramente que incluso esferas de directa responsabilidad del instituto emisor, quedaban entregados a la evolución del mercado. El Banco Central chileno tiene la inflación por su Ley Orgánica Constitucional. unilateral y permanentemente como su prioridad. Sin embargo, deja que tanto la paridad cambiaria como los movimientos de capitales financieros en la balanza de pagos se muevan por la fluctuación del mercado. En los períodos revaluatorios del dólar a nivel global, como el que se vive con el alza de las tasas de interés por la Reserva Federal, tanto la paridad cambiaria como el movimiento de capitales financieros debido a la devaluación del peso, constituyen factores impulsores de la inflación, en consecuencia, esta determinación contribuye a que ni siquiera cumpla en esferas muy importantes con lo que considera su objetivo prioritario.
El Informe de Estabilidad Financiera del primer trimestre, entregado por el Banco Central, constató que al mes de marzo se produjo una salida de capitales del país en doce meses que sumó US$19.200 millones, formando parte de un proceso que se viene dando marcadamente desde el año pasado y tiene en montos importantes como sus principales protagonistas a grandes empresas que han decidido hacer entrega a sus accionistas de un elevado porcentaje de las utilidades obtenidas, reduciendo paralelamente sus planes de inversión en el país.
En los últimos meses, ha quedado en evidencia, que las proyecciones en la evolución de la inflación efectuadas en los informes de política monetaria han debido reiteradamente constatarse que no se condicen con la realidad. Su estimación que la inflación al finalizar 2022 sería de 5,6% tampoco resulta sostenible. Aún más, cuando comenzó a aumentar su tasa de interés con el objetivo de enfrentar el proceso inflacionario, sostuvo que su tasa neutral, aquella que no tiene ni estímulos económicos ni contractivos, sería de 2,5%, afirmación que fue dejada de lado rápidamente En la sesión de abril elevó la tasa de interés de política monetaria de 7% a 8,25%, manteniéndose siempre en términos reales negativa debido al fuerte incremento de la inflación.
Impacto regresivo
En el cuarto mes del año el IPC en doce meses se pegó un salto de 1,4% con relación al mes (…)
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