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Participación y protagonismo de la ciudadanía

Desafíos de la corriente municipal post revuelta

Los vientos de la revuelta de octubre de 2019 provocaron un cambio profundo en la conducción de los municipios de todo el país. La elección de mayo del año pasado permitió la irrupción de una nueva corriente de liderazgos y proyectos territoriales del mundo independiente como de partidos políticos progresistas y de izquierda, acabando así con el control que por más de 30 años ejerció en estas esferas del poder del Estado la Concertación y la derecha.

Este verdadero cambio de marea en lo municipal se produce en un contexto donde las preguntas fundamentales vuelven a tener plena vigencia. El debate entre lo viejo y lo nuevo, que no es más que la discusión sobre las posibilidades de avanzar hacia un nuevo horizonte de sociedad, adquiere un vigor insospechado a propósito del término del trabajo de la Convención Constitucional y la entrega al país del borrador de Nueva Constitución que se plebiscitará este 4 de septiembre.

La sociedad chilena está cruzada por múltiples contradicciones derivadas de décadas de neoliberalismo y de una democracia que nos ha entendido como consumidores y no como ciudadanía soberana. Su escenificación concreta, real y cotidiana tiene lugar en los territorios y las ciudades las cuales han sido producidas y planificadas los últimos 30 años desde una lógica extractivista que se expresa en el aumento de las zonas de sacrificio ambiental; un asfixiante centralismo que provoca desigualdades en la asignación de recursos a territorios alejados de los centros urbanos; la pérdida de bienestar en amplios sectores populares; las altas tasas de desempleo y el aumento de empleos precarios; la segregación y desigualdades socioeconómicas, territoriales y de género; la falta de garantía y protección al derecho a la vivienda y a un hábitat adecuado y el fracaso de la política de seguridad en barrios y ciudades.

El asunto es que hasta ahora ninguna de las demandas y reivindicaciones sociales y económicas que dieron vida a la revuelta social de octubre, todas las cuales pueden ser leídas desde una clave territorial, han sido seriamente abordadas ni menos resueltas. Las posibilidades de hacerlo evidentemente superan la acción municipal, pero interrogan a esta nueva corriente por su rol ante el desafío de la construcción de lo nuevo. Los tiempos que corren nos demandan no solo ser buenos administradores, sino junto a la comunidad audaces transformadores.

La nueva vida empieza en el territorio (1). Esta fase fija un marco estratégico para la acción municipal, ya que el territorio y ciudades pueden ser reclamadas para la vida digna; para alcanzar amplios grados de bienestar socioeconómico para todos y todas y donde la realización de la felicidad humana, familiar y comunitaria es posible; para pensar la democracia no como un conjunto de ritos sino como acción colectiva, como la gestión de aquello que nos es común; en definitiva, como espacios para edificar una sociedad pos neoliberal, es decir, para la transformación nacional desde abajo. Las ciudades, como señala el geógrafo David Harvey, son las fábricas del siglo XXI.

Desde hace un poco más de 5 años la Alcaldía Ciudadana de Valparaíso ha trabajado junto a la comunidad y la ciudadanía porteña para hacerle frente al abandono del Estado de los últimos 50 años y la falta de un modelo desarrollo económico integrado a las necesidades locales de los últimos 100 años, causantes del largo declive de nuestra ciudad. (...)

Artículo completo: 1 754 palabras.

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Jorge Sharp

Alcalde de Valparaíso.

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