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Municipio comunitario para el Chile que despertó

Las comunidades están primero

Chile cambió y el proceso constitucional de la Convención y la composición política de los constituyentes también dan cuenta del despertar de la revuelta popular. Es imprescindible analizar una de las máximas simbólicas de este proceso, lo que representa cambiarle el nombre a la mismísima Plaza Italia, el límite que muestra la moderna división de clases cual río Biobío, para pasar a llamarla “Plaza Dignidad”, una hermosa palabra que se revela iracunda contra los abusos de la colusión de las grandes empresas, de la corrupción de la política, de la muerte de los enfermos sin atención médica, del abandono de nuestros adultos mayores en la miseria después de una vida de explotación, de las décadas de deudas para educarse por un futuro.

Dignidad también encierra el deseo de una vida mejor, no basta con la rabia y la indignación, sino que se busca la felicidad que entrega una vida que garantice la subsistencia básica para todos, llevar una “vida digna” se dice. Sin embargo, a pesar de este cambio de paradigma la política no ha sido capaz de estar a la altura de la expectativa del nuevo Chile y ni siquiera ha querido resolver la persecución política de un sistema que busca acallar las críticas y que no acepta cuestionamientos, por ejemplo por una parte negándose a aceptar que en Chile todavía existen presos políticos y tortura, y por otra diciéndole a los inconformes que se vayan para la casa, que los dejen gobernar para que pasen otros 30 años “sin que cambie mucho la cosa”.

Crisis y desafíos
Esta decepción de la política, se expresa también en los municipios, tanto por el carácter de ser administradores de pobreza, en el sentido de la herencia de la dictadura que relega las necesidades cotidianas de las poblaciones a los municipios sin darle atribuciones ni la obligación de resolverlas, como también se expresa en el abuso transversal e histórico que ha convertido a “las ilustres” en bíblicas cuevas de ladrones, fuentes de clientelismo y nepotismo que exigen descaradamente más autonomía y recursos para seguir llenando de operadores y mediocres las municipalidades, para pagar favores y perpetuarse en el poder, con apoyo de partidos aparato, sin vinculaciones sociales ni territoriales que designan a sus candidatos en la cocina, sin considerar ni siquiera a sus propios militantes, ávidos de pelearse por cualquier migaja que caiga de la mesa del poder, todos quienes golpean la mesa aterrorizados cuando se les habla de “listas de independientes”.

Los municipios tienen hoy un desafío claro, generar espacios de colaboración entre las municipalidades y las comunidades para mejorar las condiciones de reproducción de la vida, es decir, para acabar con los abusos, discriminación y violencia de las que son víctima/parte las comunidades, permitir a las personas su supervivencia, facilitar el desarrollo de sus capacidades y vocaciones y finalmente entregarles esperanzas de que una vida mejor es posible a través de la colaboración, la solidaridad y la vida comunitaria. Algunos desconocen esta realidad y se ofenden porque niegan que existen amplios sectores de la población para quienes la supervivencia es una lucha diaria, lo hacen tanto para esconder las debilidades del modelo económico, como también para no reconocer como iguales, en derechos, a quienes tuvieron que comer en las ollas comunes para subsistir.

Nuestro desafío va más allá de profesionalizar el servicio público, de promover la “gobernance” versus la “gobernability” para dar legitimidad a la política, implementar el “delivery policy” británico para establecer indicadores y balances de gestión integral para cada unidad municipal. También va más allá de superar la transparencia activa y avanzar a la accountability (rendición de cuentas), el desafío ni siquiera se refiere estrictamente al diseño “buttom up” (desde abajo hacia arriba) de la política, que podría incluso blanquear procesos que suplantan la participación efectiva de las comunidades. El desafío municipal conlleva (...)

Artículo completo: 2 004 palabras.

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Joel Olmos

Alcalde de La Cisterna, Región Metropolitana.

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