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El proceso constituyente y los pueblos originarios

Plurinacionalidad: Un punto y seguido

“No tenemos mucho margen de maniobra política”, me dijo el senador Francisco Huenchumilla, mientras almorzábamos a pocas cuadras de las oficinas del Congreso en Santiago y las dependencias donde se escribió la propuesta de Constitución que fue rechazada el 4 de septiembre. Para Huenchumilla, que fue un actor clave –entre otros y otras– en la aprobación de la fórmula de “escaños reservados” y que permitió la participación de diecisiete miembros de pueblos originarios que, por primera vez, estaban en un órgano proponiendo una forma de Estado para encausar una conflictividad que se ha radicalizado en los últimos años, tanto en su forma de operar como discursivamente en Chile como en Argentina. A tal punto, que sobrepasan a los gobiernos independientes de su posición política, recurriendo a una tendencia que se hace hegemónica en las democracias latinoamericanas para contener los conflictos: la militarización.

Los gobiernos de Chile posdictadura no han podido canalizar, por distintas razones, los derechos de los pueblos originarios al modelo democrático del país. Luego de la victoria del Rechazo, se han consolidado discursos de odio en algunos sectores políticos, sobre todo los vinculados al Partido Republicano: “Nunca más escaños reservados en lugares donde le fue mejor al Rechazo” declararon, en una línea argumental que no cesó a lo largo de la Convención, donde subrayaron a los convencionales mapuche pertenecer a un pueblo, que en la lógica de ellos, es “terrorista” (1).

Existen distintas reflexiones sobre la derrota al proceso constituyente en la óptica de los mapuche a la fecha. La antropóloga Natalia Caniguan ha señalado que la discusión de la Plurinacionalidad quedó en una elite académica y política del pueblo mapuche. “No tuvieron la capacidad de llevar a los territorios”, sentenció (2). Algo parecido ha sostenido el historiador Sergio Caniuqueo, haciendo hincapié a la poca adhesión que tuvo en la población mapuche el proceso constituyente. Su reflexión la relaciona a la ausencia de conexión que tiene la academia mapuche con el pueblo rural y urbano. “Hemos generado un discurso político muy bien argumentado. Pero no nos preocupamos de conectar todo esto con las necesidades del mapuche común y corriente” (3).

También ha escrito el antropólogo Enrique Antileo. La Plurinacionalidad –sostiene- se encuentra en una encrucijada y que ante el triunfo del rechazo se perpetua una visión “negacionista” sobre los mapuche (4). El periodista Pedro Cayuqueo ha señalado que fue un “baño de realidad”. Para él no fue lo suficientemente difundida ni socializada en el mundo indígena y ahí emerge una síntesis: “No a todos los mapuche le interesan las reivindicaciones indígenas y es probable que vivienda, salud y pensiones sean derechos mucho más apremiantes en su vida cotidiana, en especial en zonas rurales y de la periferia urbana muy por debajo de la línea de pobreza. De allí que el temor “a perder la casa” haya sido quizás mucho más determinante a la hora de votar rechazo en el plebiscito. Sí, mucho más que la plurinacionalidad o el pluralismo jurídico, propuestas que tal vez nunca comprendieron o de las cuales ni siquiera llegaron a enterarse” (5). Otros autores mapuche, han sostenido como causante de la derrota, la ausencia de un instrumento indígena y encerrarse en sí mismo. Ello habría llevado a forjarse una “distancia entre las emergentes categorías y las significaciones culturales compartidas del país”. Particularmente, dicen, el “concepto plurinacionalidad” y lo que se habría sido maximizado por la ausencia de un instrumento político (6).

El movimiento mapuche rupturista a la autodeterminación también ha presentado visiones críticas al proceso constituyente. Rodrigo Curipan de Bajo Malleco, planteó que esta fue una “derrota” de los convencionales y de una salida a un indigenismo trasnochado. Aspecto similar planteó el líder de la CAM, hoy detenido, Héctor Llaitul. La derrota del proceso constituyente, se debió a personas que apostaron por un camino colonial y una elite académica que dio sustento a dicho ángulo. En un sentido parecido aspecto empatiza con lo sostenido por Aucan Huilcaman (7).

Una campaña de odio
Compartiendo todas las variables (...)

Artículo completo: 2 118 palabras.

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Fernando Pairican

Historiador, Académico USACh, Posdoctorante CIIR

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