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Disputa política y nueva Constitución

Cómo frenamos el fascismo

A principios de este año Nayib Bukele sostuvo que su gobierno dejaría sin comida a la población penitenciaria de El Salvador y restó la proteína de su dieta alimenticia. La historia de la administración de la política está colmada de acontecimientos del horror como el descrito, sin embargo, este tipo de medidas están siendo cada vez más aplaudidas. En la era del consumo, privar de la comida al otro, parece ser justo si falta la comida propia.

Es preocupante constatar cómo gobiernos neofascistas han llegado al poder por la vía democrática y cómo crecen expresiones reaccionarias y conservadoras entre la población que están configurando un nuevo y confuso escenario político. Arriba y abajo esta vez no calza con izquierda y derecha y un mismo sujeto que ha luchado en la calle por el fin de las AFP en Chile puede estar en contra de un Estado Plurinacional. Eso que han llamado la emergencia de una “subjetividad fascistizante”. La realidad supera toda abstracción y hay algo que no estamos logrando leer. ¿Por qué esto ha sucedido? ¿cómo ha ido cambiando la sensibilidad política a lo largo de este tiempo de neoliberalización extrema?, ¿qué han dejado de hacer los progresismos?

El 4 de septiembre de 2022 hemos vuelto a vivir una forma de derrota, veníamos sintiendo desde el 18 de octubre de 2019 que -por fin- volvíamos a ganar algo, entonces el golpe fue más fuerte, pero ya es tiempo de volver a tomar fuerza. El triunfo del rechazo fue amplio, transversal y contundente. Nadie dijo que sería fácil enfrentarse por primera vez al desafío de escribir un texto constitucional a partir de un ejercicio democrático, paritario y participativo, en un país en el que no existen movimientos sociales fuertes ni experiencias de participación vinculante. En un país que es famoso porque privatizó el agua y porque su democracia permitió que el general Augusto Pinochet muriera poderoso e impune. Claro que es difícil intentar desdibujar el mapa de la concentración sobre la propiedad de la tierra, de la riqueza, de los medios de comunicación y del poder político. Las amenazas de muerte que varias compañeras recibieron durante su trabajo como convencionales dan cuenta de la magnitud de estas dificultades.

A través del sufragio universal obligatorio se sometió a un plebiscito la propuesta para una nueva Carta Fundamental, en este participaron 13.021.063 (85.86 por ciento) de personas, casi tantas como en la última votación obligatoria que tuvo el país en las elecciones presidenciales del 2009 (87.66 por ciento). Y aunque es muy probable que la derecha haya recordado este porcentaje al negociar la obligatoriedad del voto durante el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, lo alarmante es que al hacerlo sospechara que podría tener a su favor la tendencia de las grandes mayorías. Es decir, mientras los movimientos sociales constituyentes, los sectores progresistas y la izquierda en toda su extensión, trabajaban por ampliar los márgenes de participación del proceso (...)

Artículo completo: 1 526 palabras.

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Mia Dragnic

Socióloga.

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