Hace 50 años…

La idea de realizar un plebiscito que abriera cauce a un proceso constitucional rondó tempranamente entre algunos de los partidos de la Unidad Popular y asesores del presidente Salvador Allende. El propio gobernante la hizo suya cuando la estabilidad, la gobernabilidad del Estado, el gobierno y el país estaban seriamente amenazadas. Allende comprendía que la democracia era posible salvarla solo con más democracia.

Pero entre las fuerzas políticas que daban sustento al gobierno no había acuerdo y resistieron casi hasta el final a la idea de convocar a un plebiscito que se podía perder y echar abajo lo construido por el gobierno popular. Era tal el convencimiento de Allende que era necesaria una consulta popular y una nueva Constitución que instruyó en 1972 a dos de sus más cercanos asesores a preparar un diseño que incluyó la redacción de una propuesta constitucional. El prestigiado jurista, que hasta hacía poco había presidido el Consejo de Defensa del Estado, Eduardo Novoa Monreal, y el también abogado Joan Garcés, recibieron el encargo de constituir un equipo que debatiera las normas y se abocara a su redacción.

El equipo coordinado por estos dos asesores del presidente fue además integrado por el entonces ministro de Justicia, Jorge Tapia; el ministro secretario de Gobierno, Sergio Insunza, el diputado Luis Maira, el jurista Waldo Fortín y el entonces presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Luis Figueroa. El 4 de septiembre de 1972, el propio presidente Allende entregó a cada uno de los líderes de la Unidad Popular una copia del texto de una nueva Constitución para ser debatida y luego aprobada en un plebiscito. El extenso y radical paro de los camioneros de octubre de 1972 produjo el primer frenazo al proceso de discusión al interior de los partidos de la Unidad Popular y desde entonces el documento de poco más de 90 páginas pasó a posiciones inferiores en la preocupación de los gobernantes y sus equipos. La crisis se agudizaba.

Aunque las (...)