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La Constitución chilena y su construcción colectiva

Leer la política: procesos sociales y lenguaje literario

La propuesta de Nueva constitución fue una obra colectiva que nació de historias de postergación, de negación, de la injusticia que sufrimos los chilenos. Se escribió con palabras que dieron sentido a la lucha y a la esperanza, como derechos sociales, igualdad sustantiva, derechos de la naturaleza y buscaba instalar un horizonte común, con sueños compartidos entre los pueblos, cuyo lugar de enunciación mejor se explica en su breve preámbulo:

“Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”

Los momentos de las palabras y su nacimiento colectivo

La escribimos cuando la sociedad estaba el un proceso de ruptura, en un momento doloroso y épico desatado el 18 de octubre, 2019. Hasta entonces diferentes sectores sociales, mujeres, disidencia sexo genérica, pueblos indígenas, éramos invisibles para la política neoliberal. Las mujeres y pueblos indígenas nunca habían participado de la redacción de un Constitución en la historia de Chile, eran más de 500 años de colonialismo y de patriarcado que llegó con la conquista militar y eurocéntrica del imperio español y que después se instaló en el Estado de Chile. Su redacción también viene de la Revolución Pingüina del año 2006, de la movilización de los estudiantes secundarios, del movimiento de estudiantes de los años 2010 y 2011, cuando reclamaban por la educación gratuita de calidad, también recoge las movilizaciones mapuche desde año 1992, o de antes, de la ocupación militar del Wallmapu a fines del siglo XIX, y mucho más, como de firma el tratado de Tapiwe en 1825. Por eso, llegamos con mucha fuerza y convicción a formar la Convención Constitucional, sabiendo que no resolveríamos los problemas económicos del país, pero una Constitución democrática daría esperanzas y un relato común a un país y con ella las nuevas generaciones podrían mirarse a las caras, aprender y avanzar en medio de las diversidades de pueblos, culturas e historias.

Anterior a la Convención no nos conocíamos entre los pueblos y los movimientos sociales. Fueron las marchas, las calles, los actos de conmemoración de las luchas donde las unas con las / los otros nos miramos, nos reconocimos y caminando juntas, juntos, nació la hermandad, la empatía, la sororidad, solidaridad, reconocimiento de la alteridad, el respeto y nació un nuevo lenguaje diferente. En un principio en estas marchas una palabra bastó para nombrar lo que buscábamos y era Dignidad. Los sin casas, los sin tierras, los sin agua, los sin derechos a la salud, a la educación queríamos vivir y ser chilenos con dignidad. En ese caminar hubo diálogo intercultural, hubo inteligibilidad lingüística que nos permitió reconocernos en las palabras y en significados construidos colectivamente.

Y el anhelo de nombrar las cosas se amplío en los muros con los grafitis. En calles donde nunca ante se escuchó hablar el mapuzugun mostraron en sus muros el idioma silenciado por la política del estado y apareció en la calle Providencia:

Newen kimelfe ‘fuerza profesores’ Amulepe tayiñ weychan ‘que siga la lucha’ Wewaiñ ‘venceremos’ Mari chi wew ‘si uno cae, diez se levantan’

Así, los chilenos con poesía de Gabriela Mistral, canciones de Víctor Jara, Violeta Parra se llenaron de memoria y de la fuerza de la memoria para llegar el 4 de julio del 2021 a crear el primer órgano democrático y paritario para escribir una nueva Constitución. Ese día se eligió a una presidenta mujer, mapuche y académica, y yo tuve el honor de serlo. Por primera vez en la historia de Chile una persona de un pueblo que tanto había perdido tenía que hacerse cargo de los ganadores y perdedores, de los vencidos y los vencedores, de los colonizados y colonizadores, y eso marcó un hito, reconocido en Chile y en el mundo.

En los tres primeros meses se trabajó en el Reglamento que resguardó los derechos de todos los constituyentes y en este, dos artículos hacen referencia a los derechos lingüísticos, el Artículo 3 y 52. El primero reconoce como principio rector del reglamento el plurilingüismo e igualdad lingüística; con lo que se protege el derecho a expresarse en las distintas lenguas indígenas y de señas chilena; y en el Artículo 52, se refiere a la traducción e interpretación de los documentos oficiales de la convención a las lenguas indígenas.

Segundo momento. La escritura colectiva de la nueva Constitución

Luego comenzó el trabajo de redacción de la Nueva Constitución. Al inicio hubo que romper el hielo, algunas compañeras no se animaban hablar en el hemiciclo del Congreso, sentían temor de hacerlo y la Convención dio nuevos espacios a las palabras en los Discursos Constituyentes, cada uno tuvo seis minutos para decir por qué estaba allí. Hablaron de sus historias, familias, territorios y palabras nunca antes dichas en ese lugar político llenaron el espacio con las aspiraciones de los pueblos de Chile, a través de los convencionales, fueron muchas historias bellas e interrelacionadas, compartidas por bellas mujeres y hombres; como dice Chimamanda, es necesario hablar, todas, todos porque una sola historia es peligrosa. Así con las palabras se avanzó en la escritura de convención, en una revolución, sin balas ni fusiles sino con el arma más poderosa e indestructible, la palabra y el acuerdo, porque la violencia de las balas venía de quienes ejercían el poder, del poder constituido y que ya había dejado a más de 400 personas mutiladas oculares.

Las palabras de los pueblos indígenas en el debate constitucional

Los pueblos aymara, rapanui, yagan, quechua y mapuche llegaron con sus lenguas porque estas vehiculan sus historias y sus sueños; allí se hicieron vigentes y muchos chilenos las escucharon por primera vez en los diversos medios entendiendo que el silencio antes existente era parte de la homogenización lingüística cultural impulsada por las viejas constituciones. Para los pueblos sus lenguas, las palabras, son parte del aliento de la Tierra, la Tierra respira a través de ellas dicen los mapuche, las palabras son los cantos, los sonidos y voces que existen en la naturaleza, porque no solo hablamos nosotras/os. Desde esta mirada, cuidar la lengua, revitalizarla, salvarla del exterminio es también salvar la Tierra y sus voces. Como saben los que estudian las lenguas indígenas -Al perder la lengua también se pierde la comunicación con los demás y con los seres de la Tierra, se pierde la comunicación con todos “los existentes” de la naturaleza que la lengua incluye y da inteligibilidad para orientar la vida en comunidad. En la lengua o zugun se expresa la episteme o el paradigma cultural de todo un pueblo El zugun es la expresión de la razón, del pensamiento o del intelecto, pero también la expresión de sentimiento y de la espiritualidad. La razón para la cultura mapuche no está divorciada del (...)

Artículo completo: 3 643 palabras.

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Elisa Loncon Antileo

Presidenta de la Convención Constitucional.

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