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Una reflexión sobre escenarios pasados y el presente

Lo “evidente” en la política chilena

En ocasiones, pareciera que la política es una repetición constante de situaciones ya vividas, que la búsqueda de justicia social logra una cierta capacidad estabilizadora o que las particularidades nacionales o locales de la política las hacen inmunes a la globalización, a la creciente complejidad de las sociedades y a los imponderables que ello genera o que existen(1).

En general, esto no es así y debemos observar con atención la naturaleza del mundo social y la política, sus entidades y poderes, los grupos sociales reales y las relaciones que los unen o dividen(2), así como los mecanismos(3) y poderes causales que constituyen el funcionamiento de estas entidades sociales en Chile. En el contexto de los acontecimientos de los últimos meses, es necesario decir algo más sobre estos problemas.

En efecto, desde los primeros días del triunfo de la Unidad Popular parecía “evidente” que las mayorías le eran esquivas. Quienes éramos niños en 1973 sólo percibíamos la polarización en relación a los grandes proyectos de transformaciones económicas que la coalición de izquierdas proponía. Desde los años 60, Chile avanzaba a un ritmo constante en sus transformaciones democráticas. En un intento desesperado para impedir esta evolución, los partidos de derecha apoyaron a los de centro en las elecciones presidenciales de 1964, y los resultados no se dejaron esperar; la Democracia Cristiana chilena inició el desarme del sistema latifundista, impulsó la sindicalización campesina, la organización de las Juntas de Vecinos y de los Centros de Madres. Pero ya nada era suficiente y Salvador Allende triunfa en 1970, dando inicio a un proceso de cambios que prometía ser democrático y más profundo; se nacionalizó el cobre, se avanzó en la reforma agraria, y en derechos sociales. En las elecciones municipales de 1971 la Unidad Popular logra conquistar a la mitad del electorado. Sin embargo, en las parlamentarias de 1973 alcanza sólo un 44%, y no logra consolidar una mayoría en el parlamento. Las izquierdas habían avanzado y consolidado una porción del poder en las instituciones de su democracia, en el ámbito económico controlaba parte importante de la capacidad extractiva e industrial, pero parecía “evidente” que no lograba el control del poder político. En los siguientes meses llegarían variadas delegaciones extranjeras, que daban cuenta de lo “evidente”. Unos venían a incitar la sedición golpista de la derecha, otros a alentar a alguna izquierda a profundizar a mayor ritmo las transformaciones sociales, otros a convencer a los partidos de centro de sumarse a la derecha para frenar a la izquierda. Hubo otros, como el francés Jacques Duclos, que vinieron a hablar con los partidos de izquierda para mostrarles que estaban perdiendo el poder, que debían ceder todo o parte de este para consolidar los avances en justicia social, de lo contrario se podía perder lo logrado.

Un nuevo ciclo

En octubre de 2019, treinta años después del término de la dictadura, se producen las protestas más masivas de la historia de Chile. La crisis estructural del 2008 acentuó las desigualdades y abusos que sostenían el modelo económico que se mantenía desde Pinochet y su Constitución. Con la reconquista de la democracia, las transformaciones sociales habían cambiado la estructura económica. Se había reducido la pobreza a un cuarto de la que dejó la dictadura en 1990, surgiendo nuevos grupos sociales con individuos distintos en creencias y aspiraciones. La educación gratuita y las mejores condiciones de salud alimentaban reivindicaciones mayores. En (...)

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Gonzalo Rovira Soto

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